miércoles, 25 de diciembre de 2013

Navidad

Mi madre se llama Natividad, de nacer,
pero yo este año la llamo Navidad
porque todo el mundo dice que es feliz. 

Cumple años el 25 de diciembre y el 
mundo se vuelve loco celebrándolo.
Yo sé que siempre es por ella.
Porque se parece a un ángel,
porque es rubia y cayó con dos pedazos de cielo
en los ojos
que miran como si el verdadero cielo estuviese
en los tuyos.
Regaló sus alas, o más bien las cambió, por otras
con las que poder volar de donde estaba
a donde iba mi padre. 
Y a donde va.
Porque sigue su sombra como la luz a 
la estrella cuando es fugaz. 
Mi madre es una mujer valiente,
pero no como los héroes que se juegan la vida
para que el resto del mundo lo vea;
sino valiente, como lo es una mujer
que protege con armas infinitas su vida
que es la de todos los que la rodean.
Sobretodo la de los que tuvimos la suerte
de ser parte de ella y acurrucarnos en su tripa
nueve meses,
que sabían a poco. 

A veces pienso que nuestros corazones
laten a la vez,
que cuando nací
alguien nos salvó a las dos
al mismo tiempo
y empezamos a latir en el mismo minuto.
Y que por eso cuando llamo a casa
no deja que suene el teléfono más de una vez
sabe que soy yo
y su voz es la primera que oigo. 
Nunca sé seguro cuantos cumple
porque la miro y me parece más pequeña que yo
porque la veo una niña que encuentra con sus 
ojos azules de águila imperial
todo lo que yo pierdo,
como si se tratase de un juego que siempre gana
y lo más divertido
fuese reñirme después
por "dejarlo siempre todo por ahí";
aunque yo sé que a ella le encanta. 

Porque tiene esas arrugas que cuentan
que se ha reído un montón toda su vida
y que sigue riéndose fuerte.
Porque todavía se enamora
cada vez que le dice a mi padre que no le soporta.
Y vuelve a mirar cómo cae la nieve,
y vuelve a ser niña,
porque lo es siempre,
pero más cuando nieva
y es su día. 
Cuando vuelvo de Madrid,
nos bajamos del coche
me mira y se le escapa la sonrisa que ha intentado
esconder todo el viaje,
es cuando puedo decir que estoy por fin en casa. 
Es que esos ojos prometen abrazos
y no necesitan jurar que sabrán cuidarte.
Los ojos de mi madre habrían detenido
ejércitos, 
obligando a millones de soldados
con un solo parpadeo,
a volver corriendo a casa
y no jugarse la vida que alguien como ella les regaló.

Porque los ojos de mi madre siendo de invierno
dan calor. 
Un calor que salva y deshace todos los miedos. 
Los ojos de mi madre me miran 
y se ríen a carcajadas
cada vez que le digo que me voy de casa y no volveré más,
porque saben que no es verdad. 
Un corazón no sobrevive lejos
de aquellos que le enseñaron a latir. 

Y el mío,
moriría lejos de ella.


Feliz cumple Nati.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Tragicomedia

No soy todo lo que necesita conocer,
ni de esta ciudad, ni de ninguna otra.

No soy la primera de la lista,
ni la quinta,
no sé si quiera si sigo en ella.
No soy quién le guardará los ocho
de cada mes,
reviviendo en agosto
la primera vez,
y queriendo que sople y desee
cada noviembre.
No soy esa por quién cruzará
países para releer sus manos,
no soy yo
que viajaría a dónde termina la tierra
para rogarle
que sean las mías las únicas
que sepan de sus cosquillas,
y conozcan a fondo la situación
de todos sus lunares,
la forma de sus cicatrices
y qué heridas las abrieron
y cómo son las huellas que le dejaron dentro.
Soy quién sucumbe de rodillas
ante el recuerdo de su boca
cada vez que se ducha
e inventa poemas para olvidar,
suplicando que el agua limpie también
por dentro.
No soy de quién se acuerda cuando
cierra los ojos y necesita ver a alguien.
Quién le jurará que depende de sus días malos,
y sus roces cortos, de la falta de adioses,
y de sus ganas de quedarse al menos un minuto más;
quién podría columpiarse toda la vida sostenida
por sus promesas
y sonreiría tanto que no podría ver al resto del mundo
mirándola perplejo ante la temeridad.

No soy la que llora cada vez que huye,
o cuando se lanza en paracaídas
y busca ralentizar la marcha a tres metros del suelo,
ni la que muere
cada vez que promete vuelos suicidas y da un paso
atrás
mientras una se lanza al vacío.

Soy esa que se ha malacostumbrado a quererle
ahora que me resulta fácil,
y se me ha olvidado cómo conseguía complicarlo antes.
La que no está bien así ni de ninguna otra manera
que no sea resguardada del invierno
oliendo su cuello
y ahogada en su abrazo.

No sabes, amor,
qué tortura no poder besarte cada minuto.
Contar hasta cinco y no oírte,
darme la vuelta y no verte,
buscarte y que juegues, y ganes,
perder y perderte siempre.
Correr, y no saber hacía dónde
porque no sé qué puerta abre tu mundo.

No sabes, amor,
qué impotencia, quedarme en el umbral
desahuciada
sin
casa
sin hogar
sin mi hueco en tu pecho
muerta de frío.
En pleno diciembre.

Sintiendo que me destierran
del cuerpo dónde vine a morir.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La vida, mi vida

Una vez leí 'El retrato de Dorian Gray',
y Wilde me contó que 
"amar es superarse"
luego pude comprobarlo.

Vivo con gente que ama por encima
de sus posibilidades,
y quiero hacer igual.
Saben cómo se hace;
entienden de detalles,
defectos
pasiones
entes imperfectos
fuegos
odios
afectos
brechas
desperfectos
baches
imperdibles
pretéritos
imposibles
posibles
futuros
pluscuamperfectos


juntos


y conocen los efectos
de las minúsculas variaciones
que cambiaron sus vidas,
porque los están viviendo.

Algunos han aprendido a hacerlo
después de años
de negarse a tirar la toalla
-mi madre guarda las más viejas
en lo más alto del armario-
y otros parece que han nacido
para eso.
Para quererse como si el mundo
dependiera de ello
y alguien los declarase héroes
todas las mañanas,
por imposición.
Veo besos por todas partes,
veo deseos impacientes por escapar
de los mismos pechos
que abrazo cada vez que vuelvo a casa,
y sé que llegará su turno,
que van a cumplirse,
porque la gente a la que quiero
hace todo lo que quiere.
A veces, veo también lágrimas
navegando por mejillas que conocen
mis hombros
como una oreja a la almohada,
porque mi gente cuenta en inmensidades las olas
que los marean por dentro,
que a veces no saben si estallar de felicidad
o implosionar y que nadie se de cuenta,
porque parece que querer tanto,
que te quieran tanto y sonreír tanto
es demasiado bonito
como para no estar prohibido;
y tal vez deberían sentir vergüenza.

Pero yo lo veo
y quiero saber exactamente
cómo hacen los camaleones
para fundirse con su entorno.
Quiero entender exactamente
el mecanismo de esos corazones,
para fundirme con ellos.

Oigo cómo se revolucionan sus mundos
por dentro
cada vez que escuchan una canción
que los define
o leen un poema que cuenta
algo parecido a
cómo fue
la primera vez que se besaron.

Mi padre cocina de la misma manera
que quiere.
Despacio, con cariño e infinito cuidado.
Que es como él dice que saben bien las cosas.

Y sin embargo,
mi casa es también una tormenta
cada cinco minutos,
rápida, catastrófica, y devastadora
que nos hace vivir luego la calma,
sin recordar muy bien de dónde
venían los truenos.

Somos gente
de sangre caliente.

Todo lo que pasa en esos cinco minutos
cambia nuestro mundo,
y es uno distinto cada día.

He crecido viviendo esta película,
que tiene un único final cada noche
y no importa si son felices,
sabemos de antemano
que nos daremos cuenta de que
fueron mejor que todo eso.

¿Suerte o destino?
A veces pienso que la suerte es el capricho
de todo lo que no está escrito.
Y otras,
que todo tiene que ser así
porque no concibo en mi mente
que pueda ser distinto.
No sé, no quiero pensar que alguien
lo planea,
yo solo quiero escribirlo.

Porque hay mucho que contar
aquí
al rededor.

Porque ya no tengo que buscar en otras
historias para saber cómo se hace,
que solo hay que decirle a alguien:

"-De todo lo bueno que tiene la vida,
a mí lo que más me gusta, eres tú-."

y sentirlo.

sábado, 26 de octubre de 2013

Todas las opciones se reducen a una

Han pasado muchos silencios
y mil ochocientos veinticinco días, 
tú, repitiendo una y otra vez que seguías aquí. 
Y yo, convencida de que siempre quise que desparecieras.  
Pero ya ves, lo he conseguido, y ahora me siento más sola que nunca.
Y es mejor,
estoy bien. 
   

"Las promesas son seres cobardes que posponen 
mentiras futuras."

Y el momento de elegir, es ese en el que todas
gritan
o se callan. 
Tú escoges prometer
y escoges mentir. 

Hemos sido idiotas y demasiadas cosas más. 
Hemos sido dos, en una habitación llena de gente,
cada uno pegado a la pared contraría. 
He sido quien empujaba a todo el mundo para alcanzarte 
mientras tú empezabas a salir por la puerta.
Has sido la huida más reabierta de cualquier pecho en la historia de los desengaños, 
y ahora que parece que dejas cicatriz, perpetua, huella inmortal, 
te tengo más miedo que nunca.

Hemos sido todo eso,
y nosotros mismos escogimos serlo.

Nos sobraron guerras pero no libramos ni una sola batalla. 
Si algo quedó claro es que no pretendíamos hacer historia. 
Fuimos como dos ejércitos de cobardes, 
que corriendo en dirección contraria al otro 
terminamos encontrándonos en un punto muerto de alguna carretera comarcal, 
y la colisión desplazó a uno de los dos, 
a mí,
a muchos metros de allí.
Nos equivocamos de estrategia, y aún así la tuya fue mejor. 
Has ganado amor, lo has hecho muy bien. 
Un tocado y hundido a la primera,
y no habría podido imaginar mejor golpe de gracia 
que volver a  hacerlo obligándome a repetir mis propios fallos.

Ganaste, y perdí, y ambos escogimos cómo hacerlo.

"Ya no se ríe como una adolescente"
es verdad, y sonrío menos, 
pero también lloro menos, 
ensayo gestos indiferentes frente al espejo y 
las muecas de dolor se dibujan en mi cara solo en sueños, 
cuando sueño contigo; 
y sueño  que te grito que te quiero mientras rompes no sé qué,
que hace el ruido de millones de cristales,
rozándose; 
que no me riegas las plantas y ellas te esperan mustias como yo, 
hasta que vuelves a ahogarlas;
que tiras las llaves de todas las habitaciones donde hicimos el amor, 
incluso de aquellas que jamás se abrieron con llave, 
para que las encuentre algún desconocido que entre a robar
todo lo que no nos queda.
Sueño también que me vuelvo loca de tanto escribirte, 
que me abandonas en una isla desierta 
y yo dedico todo mi tiempo a buscar la manera de meter 
cien cartas en una botella verde, 
donde no caben, 
para dar de beber miles de palabras a un mar que jamás te las hará llegar. 

Soñé todo eso,
y no escogí hacerlo. 

Ahora, soy menos que nada.
Y me he quedado seca,
como esa playa que espera sin agua, en calma y en silencio a que llegue el tsunami.
Y no escoge hacerlo. 

Son demasiados preludios de tormenta, y
muy pocos prólogos a historias de amor. 
Todo mi caos se ha convertido ya en una verdadera catástrofe.
Tal vez por eso, una vez, 
en un lugar muy lejos de aquí,
alguien decidió ponerle mi nombre a una tormenta tropical. 
Como si supiese todo lo que terminaría por pasar, 
como si supiese que después de ti,
la única opción que quedaba era arrasar con mi propio mundo.
Me he jurado no volver a besarte y no lo haré.  
Pero anoche soñé otra vez contigo,
y creo
que voy a quererte toda mi vida.
Porque entre todas las opciones,
mi vida,
sin consultarme,
te escoge siempre a ti. 


martes, 22 de octubre de 2013

Te quise en cantidades, me faltó calidad

Olías a pan tostado,
y las paredes de mi casa todavía se acuerdan,
besarte era como merendar dos veces.

Planeaba con el café de por la mañana,
tres colacaos para por la noche,
que bebiéndolos a tu lado
me hiciesen olvidar luego, cómo se dormía.

Me preguntaba todos los días cómo es
posible que la gente duerma
con alguien a quién quiere al lado
sin antes destruir todas sus fuerzas,
sin dejarlo K.O de tanto quererlo.

Que es la única forma en que deberían
terminar los días, ¿no?

A lo mejor no,
a lo peor por eso no has querido
volver a dormir conmigo.

Perdóname.
Por desbordar el vaso.
Por ahogar las plantas.
Por dar demasiadas vueltas a la llave.
Por doblar demasiadas veces las sábanas.
Por inundar el baño.
Por cocinar para cuatro.
Por volverme loca de lejos,
por la cantidad de ganas de verte.

Creí que esta vez sabría hacerlo bien.
Si ha sido un desastre,
si soy una catástrofe,
es de tanto quererte.









jueves, 10 de octubre de 2013

1 de Otoño

Pasa en un segundo
cualquier noche de estas,
que me siento a una mesa redonda
rodeada
por un montón de corazones valientes,
y yo sigo teniendo miedo.

Aunque busque más cerca
que lejos
y me guste que me vibren las yemas
de los dedos cuando mi pierna
roza otra por accidente,
conociéndose,
recordándome que tengo a alguien al lado...

no quiero verlo,
estoy en una de esas habitaciones
llenas de puertas
y la única por la que no quiero salir
es la que mejor me viene:
-"AQUÍ TERMINAN TODOS LOS
BUCLES
QUE INVENTAN
LAS HISTORIAS DE AMOR DESGASTADAS"
-dice.
Y qué poco me gusta.

Yo lo que hago es esperar,
convencida de que habrá alguna ventana,
pero sin interés por encontrarla.
Si salgo
que sea de la forma más complicada.

No sé por qué, pero me da miedo parar el
replay.

No acabamos nunca, no puedo, no acabamos nada.

No quiero pensar para no verme
obligada
a admitir que veo esa chispa
en medio del huracán,
porque no he decidido aún
si hacerle un refugio de cristal
o dejar al aire apagarla
como dejo que apague
las velas que enciendo sin llegar
a pedir deseo,
o los fuegos que provocas tú.

Sigo teniendo miedo.

He dejado ayer atrás y pasado mañana no me importa,
pero hoy tampoco me gusta
si tú no estás,
y sé que mañana no querré estar contigo.
Todas nuestras contradicciones,
también me dan miedo.

Compartiría mi caos con tu letra favorita,
pero no me atrevo.
Llenaría tu habitación de acentos y complementos
directos que hablen de ti, pero no me atrevo.
Volvería a volar por soñar que me regalas alas
y que estas no se rompen,
pero tampoco me atrevo.

Es cierto que no hago por miedo,
todo lo que me gustaría:
Me gustaría ser un pequeño suspiro,
que te sople al abrir las cajas
donde guardas todo lo que no usas
y rescatas solo cuando yo vuelvo
a tu casa.

Me gustaría vivirte, y dejar de arrastrar
todo lo que viene conmigo:
los restos de todo lo que empiezo
y no sé terminar.

Me gustaría regalarte el primer beso,
para que me robes todos los demás.
Pero me da miedo que no vuelvan a ser míos.

Y tengo motivos,
uno especial para cada uno de esos
miedos.
Has sido el niño que explotó,
con su dedo acusador,
mi pompa de jabón.
Y ahora ya no quiero salir al recreo.

Hoy ha sido 1 de Otoño.
Primer día de lluvia.
Primer (día de) amor.
Y me habría gustado pisar montañas de hojas
mojadas
y charcos de barro
pero era pronto para todo eso
igual que era pronto para dejar de pensar en ti.
Igual que es pronto para decir
que estoy mucho mejor sin ti,
o que desde que te has ido
este otoño ha recuperado un poco
del calor del próximo verano.
Pero es 1 de Otoño, y que sea
pronto es un regalo,
es uno,
es principio,
y tengo todo por hacer.



domingo, 29 de septiembre de 2013

Por no dormir

He tenido una pesadilla horrible: volvías.
Y yo volvía contigo
resulta que jamás conseguí irme.
Mi pequeño conato de huida se había convertido
en una búsqueda compulsiva del rastro
de mis propias huellas
sin yo darme cuenta
hasta que las tuyas volvieron a cruzarse
pintando de azul el camino.
He tenido un miedo abominable
de todo lo que vendría después.
He intentado echar a correr
pero las piernas no respondían a mis porqués.
Y he tropezado.
He vuelto a tropezar.
Y ha dolido tanto, tanto, tanto,
tanto,
tanto,
tanto,
que el dolor me ha despertado.
He inspeccionado sábanas, colchón y almohada
buscando charcos de sangre
y todo era blanco
gritándome impoluto que no me equivoque:
una herida abierta
habría dolido menos.
Último aviso pequeño intruso:
apartate de mi camino
sal de mis sueños
no borres mis pu(n)tos finales
no vuelvas.
Quizá,
por no verte más
no vuelva a dormir.
La tortura será un poquito más
fácil de sobrevivir
y quién sabe,
tal vez con suerte
viendo que ya no sueño
el corazón decida dejar de latir
por ti
y por cualquiera,
porque un corazón que no sueña
¿por qué late?
un corazón que no sueña,
no sirve.
No me sirve.
Ya ves, podría hacer inutil mi corazón
con tal de no verte más.
No tienes nada que hacer aquí.
No vuelvas.
Ni en sueños.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Un bucle de dudas

No hace falta que me enseñes la angustia
que vomitas,
te he mirado a los ojos y he visto
todas las noches que me he perdido.
Con esto quiero decir,
que no me tienes que recordar
que estás con la soga al cuello,
que hace rato que vengo
queriendo contarte
que me estoy ahogando en este sueño
una y otra vez
por negarme a abrir los ojos.
Que comparto tu miedo
aunque el mío sea distinto.
Que estoy empecinada
y segura
de que no quiero ver más allá.
Y lo peor de este miedo
es que lo tengo a medias
sin ti
y contigo
pero lo tengo todo el tiempo
porque no me salen las cuentas
de todo lo que dices
y no sé si creerte
a ciegas
o hacer trampas y abrir un poco
un ojo.
Antes quería ver llover contigo
y que nos lloviera,
ahora quiero que llueva,
para abrirme los ojos.

Que el agua me aclare la vista
y no ver solo lo que yo quiero,
por capricho.

Dicen de los enamorados que pierden
la noción del tiempo,
yo ya no recuerdo ninguna última vez
pero sé que no se refieren a eso.
La suerte me atrapó
en espiral
apostando a doble o nada
y haciéndome ganar hasta
que perder fuese un daño irreparable.
Y cuando me he recuperado,
vuelvo a apostar.
Esta ludopatía enfermiza por jugar
de acuerdo a tus reglas
me va a matar,
y lo sabes,
y te gusta.
Anclamos, los dos,
en una piel que nos delata,
la mía busca esconderse en la tuya
sin saber si quiera si tiene sitio,
y la tuya sabe que siempre me hará hueco.
Pero es que somos solo eso,
una cuestión de piel.

El pasado está a un centímetro
de nuestros talones,
estirando el dedo corazón,
mientras el otro corazón,
conjuga los latidos en pretérito.
Y cuando ya no lo oímos
ni nos oímos,
ninguno de los dos,
vuelve
nos cura la sordera
y revive hasta la última palabra
que murió en la punta de tu lengua.
Pero también late incomprensiblemente
solo hacía un lado,
como si le faltase una mitad
que no compartes.
Como si te viese sonriendo a otra boca
y pensase en ahorrarse latidos
por ti
que a lo mejor es cierto que no los mereces todos.
Y si al final resulta que existen motivos
para dudar
y nadie acaba con la duda...
voy a necesitar muchas tiritas
y agua oxigenada
porque no sé caer si no es de rodillas
y voy por la vida con ellas peladas.

Cómo entenderme, ya lo sé,
si antes te escribía epitafios en papel
porque era el único lugar donde podía enterrarte
y cada vez que te veía
moría de miedo si te acercabas a menos de un metro
creyendo que salvando las distancias
podría volver a ser yo.
La que soy cuando creo que no te quiero,
la que ignora y tal vez sea más fácil.

Pero entonces vuelves a aparecer en todas las canciones,
y todas dejan de pedir perdón para exigir
las seis vidas que supuestamente nos quedan juntos
y
que te acerques
y cierres los ojos
y
quién puede negarse al preludio de un beso
quién es capaz de apartarse
quién pudo alguna vez evitar que tú
los robases o castigarte por ello.

Nadie. Se resiste.
Y cuando esté libre de duda
me tiraré a tu cuello,
mientras tanto dime tú si sabes deshacer bucles.



viernes, 30 de agosto de 2013

'gimes a ritmo de rap'

(Te)
tengo
retengo
pierdo
y contraataco,
me gano tu favor
vuelvo a engañarte
y te culpo
no grites por favor,
voy a intentar quererte
sin que te enteres
no soporto que lo sepas
me agobia, me pesa,
voy a dejar de respirar
voy a dejar de escribir
voy a dejar de vomitar
ningún papel resiste mi mierda
me tengo que callar
ciérrame la boca
y no pidas perdón
que necesito olvidarme de olvidar
y contraatacar
otra vez,
de corazón.
Vuélame los restos
mátame a besos
átame a otros
oblígame a recaer
esta droga nunca fue el problema,
pero sí que yo no lo pude creer.
Si desconfío a veces es porque
estoy muerta
de miedo
de menos
de monstruos
de más.
Tengo la sensación
de que ya he estado en este tren.
Suena otra canción
y el paisaje es el mismo
qué angustia
qué quieres que dibuje
si esto ya lo he visto.
Solo sé que te echo de menos
y te echo.
Lucho contra ello
no me haces caso
y desfallezco,
la guerra la perdí hace años.
Tú sabes más de todo eso,
vistes camuflajes
y eres bueno escondiendo lo que sea.
Maniobras con mis peros
y los conviertes en promesas.
Yo
prometo
prometo
prometo
todo el tiempo
cada vez más fuerte
y no sé donde me meto
Me
voy
a
matar
queriendo decirte
que te quiero
que no lo puedo evitar
pero quiero creer que sé que me tengo que callar.

-gimes a ritmo de rap-
-cállate...-

domingo, 25 de agosto de 2013

Fue un placer tropezar aquí

Todo lo que he sido,
todo lo que soy
fue de nada a ti.
A pesar de ti,
he conseguido estar
y mis comisuras tienden
a soñar hacia arriba
por lo que cuesta mucho
no sonreír.
Siguen escondiendo besos
secretos
pero ahora los
reservan a otro nombre,
y este sí viene a reclamarlos.
He escrito un final
provisional
pero fin al fin
y al cabo de tanto
seguirá significando adiós
y no hasta pronto, por favor,
como no hace tiempo.
Vuelvo a caminar
por donde antes te daba la mano
y no me importa,
tropiezo con otras
piedras
y se me escapan carcajadas
de dolor
cuando me clavo las más
pequeñas
en las palmas de las manos.
Ya no me visto de triste
porque tengo
quien me desviste
enseguida
a la vez que
me encuentra el hueso de la risa
y feliz
también
me cuenta
que en mi cama se debería
dar misa
porque lo que en ella pasa
es como poco milagro y divino,
o fiesta de guardar.
Sigo andando,
lo dejo todo atrás,
grito adiós
y me pongo contenta.
El eco para mí ya no existe,
no habrá respuesta,
y lo prefiero.
Lo cobarde es más fácil
de eliminar.
Perdóname, pero no puedo
perderme un lugar tan bonito
solo porque en otro tiempo solía oler a ti.
Y ahora que lo piso
y ya no llueve
-ni siquiera me da pena que ya no llueva,
cuando lo piso-
me parece un milagro
haber conseguido huir
sin perder el pulso
o dejar de latir,
como prometí.
Qué seductor resulta a veces
romper promesas,
y seguir viva.
Y qué bien sienta no cumplir
por ti,
ver llover en primavera
sin recordar otras tormentas,
darme cuenta
de que lo mejor que me has
inspirado
fue una saeta
al miedo penitente,
darle la vuelta al reloj
y no volver a estar pendiente
de qué hora fue
la última
o en qué minuto
me olvidaste,
recoger las cartas
que no tengo intención de enviarte
y quemar lo que escribía
cuando no sabía
que tu torpe lengua
no hacía planes,
mentía.
Qué bien sienta encontrar la redención
a un precio tan bajo,
no volver a condenarme
contigo
y haber perdido las ganas de jugarme
el cuello
por los colmillos de esa sonrisa
que me alegro
de no volver a ver.
Qué bien volar al mar y encontrarlo libre
grande
desafiante
incontenible
y no encogido en los iris
más egoístas del planeta.
Pequeño desengaño,
me has venido bien
y no te echo de menos,
sin ti
aprendí a ser un poquito poeta.





Que más puedo decir, la verdad
es que 
fue un placer tropezar aquí.

sábado, 24 de agosto de 2013

Masoquismos

El mundo busca evitar el dolor
como un enamorado que no quiere usar su corazón,
para no estropearlo.
Como una madre que te esconde las muñecas nuevas
para que duren un poco más.
A mí,
me gusta quitarle el plástico
a las cosas nuevas
y las que nunca se han usado
me dan grima.
Siento una ternura infinita por todo lo roto.
Si me dan una patada,
me gusta volver a colocar mi culo delante de esa misma pierna.
Si se ríen de mi torpeza,
busco salientes en la calle y la forma
de caer que me agriete las rodillas.
Si me dicen 'no te quiero'
repito la frase en mi cabeza hasta
que me la aprendo de memoria.
Jugar con el drama es una aventura peligrosa,
y algunos nos regocijamos.
Cuando tuve curiosidad
por tocar el fuego
dónde todos apartaban la mano
yo intenté hacerme la valiente,
sin ser yo nada de eso,
y me quemé
y me gustó.
Si me cruzo con el dolor
en medio de un paso de peatones
cuando el semáforo nos grita
que va a ponerse en rojo
yo le doy un beso, 
me lo tiro
y le invito a un cigarro después
-incluso alargo el rato de después
prometiendole dos vidas,
la de antes de conocerlo
y la que desde que lo conozco, ya no es mía-
tumbada sobre una de esas líneas blancas
mientras él se levanta y se va
evitando pisarlas,
y oigo como los coches arrancan.
He escogido caminar por la cuerda floja,
y como tantas otras cosas,
me gusta más hacerlo con los ojos vendados.
Cada vez que alguien me obliga a bajar
y pisar suelo firme,
-me abre los ojos y me dice: "¡Mira!"-
me imagino gritando 'fuego'
ante un pelotón de fusilamiento,
o 'a la carga' mientras levanto una espada
guiando a millones de ejércitos
contra quien osa obligarme a creer
que existe algo tan feo
como la cordura de los cuerdos
y que el resto del mundo
sí me toca,
que no existe mi margen.

Si es destructivo, sacia.
Pero el daño,
cuando me lo hacen lento,
me dejan con ganas.

Si quieres sabiendo que vas a caer de pie,
para qué quieres.

Apuesto a nada o nada,
apuesto a perder,
que es como la gente que quiere gana.

Tú dueles, amor,
y yo quiero hacerlo contigo,
porque auguro una victoria muy dulce
entre tanto masoquismo.




viernes, 23 de agosto de 2013

Te quiero rápido

Los viernes volveré a estar viva,
porque llego y tú estás esperando,
o vienes y no me haces esperar.
El cielo estará lleno de estrellas
que no veremos.
Y contarás sin querer los golpes
contra la pared,
o las guarradas que le grito al techo.
Los sábados veinticuatro horas,
enteras, con todos sus minutos,
para escoger qué, dónde y cómo,
y auguro que lo sé.
Los domingos estaremos guapos
y tristes,
desnutridos,
cansados, felices,
y seguiremos con el asunto
del día de ayer.
El lunes será horrible:
-bienvenida al mundo real,
tu rutina te ha echado de menos,
y espera, tediosa-.
Martes comienza la cuenta atrás,
y cuentas con el cronometro más lento
de la historia.
Miércoles es un día menos
y una pelea más.
El jueves te odio,
y el viernes vuelvo a quererte
y a estar viva.

Tú sigue girando.
Cada semana es como haber conseguido
dar muchas vueltas completas
en un columpio y saber que
cuando perdamos velocidad
la hostia va a ser monumental,
y también que da igual porque el mareo vale la pena.
Así que sigue girando,
y corramos más.
Te quiero rápido,
tenemos poco tiempo.

martes, 20 de agosto de 2013

Pídeme algo más que explicaciones

Esta vida puta
esconde los ases en sus mangas
y ha hecho que todos los sastres del mundo
olviden coser las de los demás.
Esta vida, puta,
guarda a las que son como ella acechando
detrás de las esquinas del tiempo
a ver en que momento puede mandarlas
a darle la vuelta a la seguridad.

Todo reside en el concepto de desdudar
-por qué no puedes entenderlo-
es tan sencillo
como que me fío más de ti
cuando me quitas la ropa.

Y no lo haces.

Solo puedo hablar de quizás
porque me ganan cinco a dos
los porqués suspendidos,
esos que tienen la respuesta equivocada
tanto
que
me obligan a ver que el pasado siempre vuelve
y vuelve más hijo de puta que nunca.

Cómo contarte...
Todas las veces que fui pequeña y
crecí intentando transformar palabras
en corazones materiales que regalarte,
que colgar de tu cuello;
buscaba demostrar y no decir,
buscaba hacer y no contar,
me expuse y me perdí,
y ahora recojo ese mismo órgano
le sacudo el polvo,
lo escurro,
y te lo presto otra vez
para que vuelvas a hacer con él lo que quieras.
Pero
cómo explicarte que cuando te quiero
soy mucho más egoísta
que cuando me convenzo de que no.

Quiero una propiedad exclusiva
que no necesite cadenas

-si corro el riesgo de perderlo no lo quiero,
o lo quiero más, lo quiero mío por decisión propia-

no hablo de fidelidad
EXIJO lealtad
y un todo que se entregue como nadie
que se ponga solo las esposas
que se ate a mi cama
y solo se sienta libre
cuando se encierra conmigo en la habitación.

Que me defina libertad como la facultad natural
que tiene el hombre de querer estar preso.
De convertirse en un reo
que se condena a sí mismo
a pasar horas sin dormir,

que se tortura a voluntad
cuando ve que yo nunca tengo sueño.


Porque sabe como yo,
que soy todo lo que necesita conocer de Madrid.

No sé si me explico,
pero tengo algo mejor que explicaciones
para ti.

Entre heroes y villanos, Raquel

Fue una boquita de piñón leyéndome a Neruda,
convertía cada verso en un cuento con música
para no dormir,
y soñar con los ojos abiertos,
como dicen que debe soñarse la poesía.
El cielo entero estaba atento,
la noche declaró la guerra
por ganar el derecho a ser perpetua,
ninguna estrella tenía intención de claudicar,
y la luna, que no entiende de rendición,
alargó su vuelta por oír al completo los veinte poemas
de amor.
Solo dejó amanecer al sol cuando saboreó
el final de la canción desesperada.
Y desesperada,
debió darse por vencida.
Pero que bien sonaba de su boca lo que Neruda
escribió,
por lo dulce que lo ven todo esos ojos de cacao.
Sus diez otoños apañaron un día parecer más,
poniéndose de acuerdo.
Y aunque todavía no les ha dado tiempo a suceder,
ya parecen más los veranos que han pasado entre sus manos.
Casi parece que solo se deja ser niña a ratos,
cuando el resto del mundo no mira,
o cuando miran todos,
para que nadie se de cuenta de lo rápido que crece,
para que nadie se ponga triste
porque crece.
Voy a regalarle todo el naranja del sol
este verano,
por valiente,
porque juega al pilla pilla con la risa
y siempre la encuentra,
porque cuando lo malo la toca
lo pinta de azul,
porque Raquel es nombre de ratona y de heroína,
y cada vez estoy más convencida,
de que viene de un cuento...



...que tendrá que contarnos.

martes, 6 de agosto de 2013

-De ida y vuelta-

Al menos una vez más.

He estado en ayunas,
esperándote,
que es como llamo yo a sobrevivir,
sin ti.
Me he dejado ser tuya,
y me he castigado también
por ello.
He querido fijar los puntos
y me he inventado,
al mismo tiempo,
las comas de esta historia
que podríamos definir como una carrera
eterna para llegar justos al tren.
No entiendo como me haces caso.
Parece que simplemente
te dejas contar,
mentiras o medias verdades,
empieza a darme igual.
Hemos dado vida a oportunidades
que para el resto del mundo
eran leyendas de incautos,
y he creído en ellas porque
(como dice la gente a la que quiero)
creo
en todo lo que no existe
y así a veces, encuentro cosas posibles
o imposibles que se cumplen.
Como que tú y yo volviéramos
a besarnos
un verano de estos.

He vivido el aquí y ahora,
y no he querido despegarme,
y no he querido pensar.
No me daba tiempo,
estaba ocupada intentando
recordar el color exacto de tus ojos
y adivinar
a quién andarían mirando ultimamente,
a las doce de la noche,
por ejemplo,
de cualquier viernes perdido.

Tienes pinta de salvar,
pero yo, asustada, he huido de rescates.
Le debo tanto a tus manos,
que el corazón me aprieta angustiado,
temiendo volverse tuyo
o quedar atrapado
en un para siempre,
por ser capaz de saldar la deuda
con todos menos contigo.
Que ya le debo a esas manos
demasiado
por todas las veces que sujetaron mi mundo
sin tener que pedirlo.

Nunca volviste a dejarme caer.

A aquellos que me exigían
que diese señales de vida,
les gritaba
que si querían saber de mí
que preguntasen a quién besas ahora.
Que ahí es donde pierdo la mitad de mis vidas
y gano miedos nuevos,
como cuando te pones guapo
y me olvidas.

Pero este Agosto no.
Estoy contenta.
Tengo media sonrisa congelada en la boca,
y un beso escondido en la comisura izquierda
que hizo que Peter Pan quisiese enrollarse conmigo

para encontrarlo,
pero no llevaba su nombre.

Llevo el tuyo,

en la boca.

Algunos se tatúan un brazo,
la nuca,
el gemelo o un dedo,

yo los labios

y tu nombre,


que no se me olvide nunca esa dirección.


domingo, 28 de julio de 2013

-Solo ida, por favor-

A un vistazo del próximo vuelco,
a un traspié de la próxima herida,
a dos plazos de saldar la deuda:
un alma por una memoria nueva.

Pacto a fuego lento.
Firmo contratos sobre mi piel,
adivina con quién.

A dos minutos de claudicar
por antojo,
empiezo a entender que para ser libre,
a veces hay que darse por vencido.
Y así fui para ti la tercera oportunidad
ahogada.
Y firmé, también, mi sentencia.

Con todo mi mundo ardiendo,
busco resurgir,
al lado de tus cenizas,
viendo como todavía te quemas un poco,
y pensando en buscar otra cerilla.
Una mujer enamorada es peligrosa,
pero una mujer herida sabe inventar infiernos.

Jamás encontré en ti lo que buscaba
y puse un velo delante de todas tus faltas;
jamás volé tan torpe alrededor de alguien,
ni había perdido nunca tanto el sentido de 'contigo'.
Descubrí que el resto del mundo
daba la mano mejor que tú.
Si se te sueltan los dedos,
no hay que fiarse.
Pero eso solo se aprende cayendo,
cuando duele menos el golpe,
y más que te hayan soltado.

Huye en dirección contraría,
y no pises jamás tus huellas,
que para los cobardes como tú,
trae mala suerte.
Y dile de mi parte al mar que la deuda está saldada,
que no volveré a encontrar parecidos,
ni a contarlos.



viernes, 12 de julio de 2013

Naturaleza de musa

Jura que no quiso hacerte daño,
pero tampoco dolió ver
como morías agonizando su veneno por tus venas.
No vamos a ser hipócritas,
es una cuestión de naturaleza.
Cada beso era una verdad, lo jura,
tan cierto como la misma muerte,
tan cierto como que por cada uno que daba
moría dos veces, también.
Las musas no mienten.
Pero tu sangre no quiso huir,
lo mismo que tú,
se entregó infectada de recuerdos;
pensando en algún tiempo pasado
que pudo ser mejor,
sin entender que fue,
que los verbos conjugados en pretérito
no vuelven a dejarse suceder.
Que si segundas partes nunca fueron buenas,
hablar de terceras es una locura
de suicidas.
Quería coger tu mano en todos los pasos de cebra,
pero no iba a poder controlar las ganas
de besarte justo en mitad de la carretera,
y tampoco dejaría que corrieses a salvarte
al otro lado de la calle.
El semáforo se puso en rojo y
tú fuiste el kamikaze más valiente de la ciudad,
te enamoraste de la velocidad de sus respuestas
y no hiciste caso a nada más,
no cabe imaginar un beso más peligroso.
Volar tan rápido y tan alto garantiza una caída rápida y fea.
La muerte persigue al poeta como el poeta a la musa,
pero una mujer enamorada es mucho más peligrosa,
y tu musa, que bien lo sabía,
te puso mil veces delante de ella.
Y como buen poeta,
te dejaste vencer,
te entregaste al veneno,
y no escribiste ningún final.
Yo también pienso que es inevitable que los finales sucedan,
pero si podemos evitar escribirlos,
mejor contar besos antes que abandonos.

miércoles, 19 de junio de 2013

Dulce derrota

Destila vida aunque esté triste.
Puede verse, aunque es solo
un pequeño destello en medio de una nebulosa.
Pero no ha desaparecido todavía.
Es el blanco perfecto para una bala perdida,
va sin rumbo y no entiende las brújulas.
Con los sentidos embotados,
y una debilidad corrosiva
que quema desde los huesos más pequeños
hasta el último poro.
Su corazón claudica cada vez que alguien
le pregunta por qué,
y ella no sabe.
Eso es lo más triste que no le dijo alguien.
Y llueve y llora todo a la vez,
sola
cuando el mundo ahí afuera
muere de calor,
y exilia en ella todo su frío.
Alguien que vacía un vaso de agua
delante de un sediento
es menos cruel que aquél que no le contó por qué.
Ha aprendido a desconocer la rabia,
y ya no entiende de rencores,
solo quiere fijar un velo de acero,
que parezca que se puede pero sea imposible de apartar,
justo en frente de todo lo que tenga que ver
con la tormenta más destructiva que asoló sus días.

-Lo más bonito de perderte
es que pierdo,
el que pierde siempre aprende más,
y yo aprendo a no querer lo que me sobra-.

Por otra parte, ganar una batalla sabiendo que el contrincante,
la tiene perdida de antemano,
no tiene ningún mérito.

Colecciona desengaños,
los guarda en frascos y se los bebe para ahogarlos otra vez;
como aquella señora que bebía lágrimas,
pretendiendo ahogar llantinas.
A veces le gustaría tener por corazón
algún mecanismo más frío y sólido,
que no jugase con ella
y que nadie más pudiese tocar.
Cose, compulsivamente, cualquier agujero de su ropa,
como si intentase remendar por fuera,
lo que no tiene remedio por dentro.
Y oculta, tapa, disimula, maquilla, esconde
al mundo todo su dolor.
Que dolerse a uno mismo ya es bastante complicado.

-No dueles tú,
ni tu ausencia,
no duele tu huida,
ni que fuese repentina,
como la muerte cuando busca
ser la más hija de puta.
Me duelo yo,
duele mi incapacidad de huir,
me duele seguir aquí esperando
y no querer perder el tren,
y desear a la vez, que ese tren no vuelva nunca.


Y como este dolor no tiene nada que ver contigo,
alguien habrá que cure mis heridas.
Y tampoco entonces me acordaré de ti-.

Dulce derrota la del que quiere ser vencido.
Dulce victoria la del perdedor que gana más con lo que pierde.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Créete el verso pero no al poeta

Mi verso es un monstruo de uñas largas 
con el que hago el amor todos los domingos. 
Que te lo cuente mi espalda.
He visto los celos en tus ganas, 
cada vez que me la has visto arañada 
y has oído sus historias.
En plural, ya lo sabes.
Tu tristeza me busca, 
y yo todavía no he aprendido a decirle que no.
Me busca, porque es tan adicta al drama como yo. 
Aunque últimamente todo duele un poco menos, 
y tengo la fiera de dentro dormida, 
precisamente por eso, 
porque la espina ya no escuece tanto.
Desde que solo follamos, 
no siento las copas rotas 
que seguían bailándome en el estómago, 
ni los arañazos cada vez que me roza una esquina de cristal.
El médico me ha dicho que tengo un soplo en el corazón. 
Ha tenido que ser un exceso de suspiros. 
Que entre sístole y diástole 
debió cruzarse aire susurrando tu nombre.
Pobre corazón, menudo susto.
Me lo tienes descuidado y triste. 
Los poemas que chorrea 
cada vez que me abre las venas
para soltar sus explosiones de tristeza, 
empañan un silencio insultante y aplastante, 
porque te llevaste contigo todas las cosas que hacían ruido.
Nos robaste todas las canciones, 
y nos hemos quedado a  medias 
escribiendo la letra más triste del mundo.
Sin ti, somos una palabra fea sin acento ni entonación.
Una carta de amor que no puede escribir un te quiero.
Una mujer fatal enamorada hasta las trancas de cualquier idiota.
Somos los protagonistas de una comedia dramática, 
en la que el desengaño, más que la historia, son los actores.
Escogerte nunca fue una opción, 
quedarme contigo no era un planteamiento válido, 
todo lo falaz se escondía en tu boca, 
imagina lo que es besar eso, 
o versar sobre eso.
Ya casi no noto que estoy sola cuando estoy sin ti,
porque estar contigo es otro tipo de soledad, 
la soledad del que decide dar un paseo por el borde del precipicio 
y escoge el camino peligroso, 
el de querer, mientras que tú, escogías el cómodo, 
el de que te quieran.
Así que ahora que ya he caído todos los kilómetros 
que pueden recorrerse en perpendicular, 
ahora que toqué fondo
y me ahogo en un mar sin arena,
llenito de ausencia,
hago el amor con los versos que te escribo, 
y me dejan más marcas que tú, 
porque mi verso es un monstruo de uñas largas que me gusta tirarme todos los domingos, 
cuando estar sola duele más y cuando recordar
se pone de moda en mi habitación,
justo a las doce y media, más o menos a la hora en que sé que tú ya sueñas, y que no es conmigo.
Más o menos en el momento exacto en que empieza otro lunes de mierda. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Contar mentiras tralará, un, dos, tres, respira

La verdad tampoco me interesa,
la mentira, a veces
no solo es buena
también te la mereces.
Cómo cuando te decía:
algún día, prometo dejar
que me deshagas las trenzas.
Algún día, prometo dejar
que me devuelvas la tristeza,
y entre tormentas
te encontraré los veranos
perdidos porque septiembre llegaba demasiado pronto.
Aunque no era tanta mentira,
cuando sabía que iba a volver a dejarme querer
y entonces
volvería a dejarme de gustar.
No me caigo bien cuando estoy contigo.
Me aburre la vida
cuando no se deja besar.
Me ahuyenta, cuando me dice
que la compañía es incierta.
Por todas las veces que quise
que estuvieses de mentira
o de verdad,
por todas las veces que no me importó.
Por todas las veces que un miércoles
no debió parecerme domingo,
por todas las veces que conté a otro
aquello que solo debió pasar contigo,
por todas y cada una de las veces
que te has convertido
en un cachito de papel en el que sole pone:
no existo.
Y por todas las veces que
te he echado de menos y no debí
hacerlo,
tengo que decirte que hoy veo el mundo
color primavera,
que este verano pienso irme al mar
que voy a llenar mis ojos de sal
y que no tengo ninguna intención
de pronunciar sumergida en todo ese azul
ni una sola de las letras de tu nombre.
Tengo que decirte que voy a volver a empezar
que voy a encontrar mi punto cero
y el cuentakilómetros
irá mucho más rápido que antes.
No pienso perderme ni un solo
átomo contaminado de Madrid.
Al fin y al cabo, tengo, como todos, la mala costumbre de respirar.



Vamos a volver a jugar a eso que hacíamos antes
a ver quién aguanta más tiempo sin aire,
ganaré,
y cuando vuelva a empezar
todo olerá a nuevo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Por mucho miedo que dé

Eres el mejor secreto que se me ha escapado.
Te conté y desapareciste.
Después de ti solo sé decir mentiras,
y esconder que me tatué tu nombre
sobre las venas más pequeñas y más azules
que se me ven en las muñecas.
Solo soy libre, cuando me quedo con lo puesto,
porque no me cabes en los bolsillos.
Y no entiendo de dónde salen las cadenas,
por qué me las puse,
por qué te di la llave,
qué coño hago con mis días que pretendo regalarte horas,
como si me sobrasen.
No entiendo por qué sigo queriendo desvestirte
si nunca he sabido desnudarte.
Y nunca sé si de verdad quieres quedarte
si soy estación de paso,
o si quieres ver pasar trenes conmigo.
Pero sí sé que siempre que llegas
desaprendo todo lo aprendido,
incluso a caminar,
pierdo el equilibrio,
soy un funambulista con alzheimer que no recuerda
que es inmune al vértigo.
Y tengo miedo,
pero no me importa caer,
por mucho que asuste.
Siempre me han importado
lo mismo que nada las caídas,
las roturas de huesos,
esguinces,
o las rozaduras en las rodillas.
No me importa la cicatriz
que reabres,
no me importa que no
se vuelva a cerrar.
No me importa hacerme daño
ni que sea profundo
o aplastante.
No me importa,
si me llevaste a volar.
No me importa,
por mucho miedo que dé.
Te juro, te juro, que no me importa...
morir,
si es haciendo y deshaciendo el amor ,
contigo.


viernes, 3 de mayo de 2013

Mar, tormenta y desaire

Te presto mi cama
te dejo dormir la siesta
sueño por ti cualquier pesadilla
amenazo a las vecinas que se atreven
a pasear con tacones en el piso de arriba
preparo té
tostadas
y oleadas de fuego dentro de mí,
te pido que descanses tus tormentas, amor
convenciéndome,
de que no voy a volver a ahogarme.
Pedazo de océano.
Qué miedo das.
Pero no me importa
te veo dormir
y pienso que jamás había notado como anochece
a media tarde
cuando cierras los ojos.
Como la luna,
enamorada de ti
y celosa de mí,
busca hacerle sombra al sol,
y velar tu sueño.
Me mareo
entre tus holas,
y vomito cada adiós.
No quiero darme cuenta
pero ya estoy hundiéndome.
Haces de mí lo que quieres,
como un niño con una muñeca rota.
Solo te ha faltado
romperme la boca
de una patada, amor.
Solo te ha faltado
tirarme a la basura
la poesía del mundo, amor.
Solo faltó o hizo falta un minuto
para volver a pasear la tabla
a sentir tu espada en mi espalda
viendote más pirata que nunca
y temblar de miedo
porque voy a caer
y pude haber salido corriendo a tiempo,
y no entiendo
como no me arrepiento.
Me puse a tiro,
aun sabiendo que tú tienes mejor puntería
que yo.
Y no entiendo
como no me arrepiento.
Te has convertido en un goteo
incesante e incómodo
de recuerdos,
que se escapan por los agujeros
de mi corazón.
Creo que esta vez
voy a vaciarme del todo.
Aunque sin ti yo no sea más
que un desierto consumido por su propio fuego
después de perder su único punto de canalización.



miércoles, 1 de mayo de 2013

A un 28 de Abril que no quería soplar velas

He dejado a la espalda

parques llenos de mis huellas
recorridos siempre de tu mano.
Todavía tengo arena en los bolsillos
de todas las veces que te cocinaba pasteles
(o a saber)
escondida en casetas de madera.
Creyéndome invencible con tu mano a la espalda
volé más alto que cualquiera
en un columpio.
Qué de veces te dije
mientras se me alargaban las piernas
y los brazos
que quería seguir volando.
Qué de veces te rogué que aflojases
los puños
que dejases escapar mi sombra
que este Peter Pan quiere crecer,
y te reconoceré,
que a veces
(y solo a veces)
me arrepiento (un poco) ahora,
de haber insistido tanto.
Y pienso que tal vez era mejor cuando
estabas para que no cruzase en rojo.
Que tal vez era mejor cuando
solo tú podías ser el hombre de mi vida.
O cuando me enseñabas a multiplicar sueños,
vidas y estrellas,
o solamente caramelos,
cantando tablas de números por las calles de una ciudad con mar.
Que ahora me caigo
y recuerdo cuando me pelaba las rodillas y
venías con agua oxigenada a curar,
que escocía, y tú decías que no,
y yo inocente me lo creía
y cuando gritaba y me apartaba
soltabas eso de: o se cura o hay que cortar
por lo sano.
Y sí, eso también me lo creía.
Para que luego digas que nunca te he hecho caso.
Cómo no hacer caso a alguien
que siempre lo sabe todo.
Que tiene respuestas pero no las regala.
Lección de vida y experiencia,
buscando siempre
la excepción ante la regla. 
Tú, papá, padre o como quieras,
eres la persona más valiente que conozco.
De verdad que tener a alguien como tú
descubriendo caminos
y desmontando, a veces, obstáculos,
es la mejor manera de conocer el mundo.
El ochenta por ciento de mi es una copia de ti.
Tengo tu pelo
tus ojos
y tus maneras.
Sé que no te lo digo mucho,
porque parece cosa de blandos
y tú siempre has sido un poco coraza
(¿o no?),
y yo siempre he intentado imitarte
(¿verdad?);
pero te quiero.
No sé muy bien como contártelo,
pero
intento escribirte un buen abrazo
un, que tengas un muy feliz día padre, 
que es tu día, este y todos,
porque todos los días de mi vida son tuyos
y que aunque no esté dándote besos en la barba
te los mando desde aquí.
Que en estas letras caben muchos abrazos,
besos, y ‘te quieros’ silenciosos,
no hace falta hacer ruido
que igual son las cuatro y te pillo dormido.
Mejor que lo vean bien esos ojos verdes,
y que puedan verlo cada vez que despierten.
Aquí te dejo un cachito de nosotros,
sigue cumpliendo vida cerca,
que yo pueda verla bien
y cumplirla contigo.

Aunque no soplemos velas, 
porque  ni nos hace falta
ni queremos estropear el pastel,
vamos a hincharnos a desearlo todo. 
Cumpleaños feliz. 

lunes, 29 de abril de 2013

Al chico guapo del autobús

De historias,
sean ciertas o falsas,
se aprende siempre algo,
lo malo es que solo recordamos
lo aprendido cuando lo vivimos.
Entendemos menos de prevenir,
que de curar.
Penélope me enseñó a tejer
pero no a esperar,
es más
me dijo: tu Ulises no vendrá.
Mi bisabuela le decía a mi madre
"si es de ley, vuelve"
pero ay, abuela
mil veces han vuelto
sin conocer ninguna ley
llenándose la boca con la palabra libertad,
en un absurdo intento de imitar al
pirata más famoso de Espronceda.
Sin ser ellos nada de eso,
ni entender ellos nada del mar.
Mi libertad es estar presa
en alguien con nombre de escalofrío.
Algo así, como lo que decía Cernuda,
y 'si no te conozco no he vivido'
lo que es tan cierto como que llevo
veintiún años sin saber cómo se hace
eso de vivir.
Por lo que yo sé de las casualidades,
se parecen a abrir los ojos
o la boca,
reconociendo que el mundo te demuestra
que te equivocas
cuando piensas que existe un patrón,
que hay reglas,
que ciertas cosas se pueden dar por hechas.
Y aunque no sé nada de ti,
como buena casualidad,
demuestras que me equivoco
si te dejas encontrar,
cuando empezaba a asumir que jamás pasaría.
Hoy he empezado a vivir
porque te he visto
sentado justo en frente.
Tienes una sonrisa llena de colmillos
y los ojos más salvavidas que me han mirado.
Eres un naufragio en medio de una tormenta
de verano
que nadie esperaba.
Un golpe en la mesa
que dan los sueños
para demostrar que no son imposibles.
Un invierno improvisado mientras Mayo
llama a la puerta.
Un cubo de helado
esperando en la nevera,
como si intuyeras que va hacer falta
que guardes algo de frío
cuando nos hinchemos a generar calor.
Eres un león hincándole el diente al miedo,
porque ahora que te veo,
recuerdo que también sé ser valiente.
Eres un desconocido
desnudo
enseñándome a aprenderte
sin haber abierto la boca.
No sé a qué suena tu voz
pero me imagino a qué sabe,
y eso es lo mejor
que se me ha ocurrido nunca.
Tú no lo sabes todavía
pero hoy has hecho posible que yo exista.
Y no lo sabes todavía
pero existo mucho mejor
imaginándome que todo esto ocurre,
que tú ocurres,
y que yo te aprendo
y te guardo como una de mis historias favoritas.

Gracias, amor, 
por cumplirte.

viernes, 26 de abril de 2013

Tú monopolizas todas las veces

El miedo a veces me viste de valiente,
y otras
me pide que corra.
Últimamente me inventa pesadillas
que tienen que ver contigo
y quiere ponerte al nivel de mis monstruos
pero cómo vas a asustarme
si veo mi vida en tus ojos.
A veces, me volvería invisible
y otras
te agarraría la cara con las manos
y me acercaría
de manera que no veas nada
que no sea yo.
Ahí te plantaría un beso de los míos.
Porque no es un beso
si no te lo planto,
no 'te lo doy',
te lo planto profundo en los labios.
A veces me volvería invencible
si no aparecieses tú con tus tormentas
y no me gustase tanto, tantísimo,
el desastre que dejas.
A veces buscaría refugio
por cada una que me pillas
con las ganas a la intemperie
expuesta,
pero entonces te escondes en mí
y soy yo la que tiene que ser casa
y cómo voy a dejarte ir así
y cómo voy a pasar de esa boquita de triste,
de drama.
A veces, jugaría a ser la que vuela
la puta que escondía libros en macetas,
la que no se acuerda de ti
por acordarse de otros.
Pero para qué andar con mentiras
si mentir es otra forma de contarte
todo,
absolutamente todo el rastro
que dejaste dentro de mí.
Que a tu lado, las verdades no se atreven
a doler demasiado.
A veces acabaría con todo
por el simple y cobarde hecho
de no tener que elegir.
Que tu lista de pequeñas huellas
está llena de valientes
que se atrevieron a quererte,
a dejar sus perfumes en tu almohada,
el roce de sus labios en los tuyos,
y hasta el fantasma de sus suspiros
entre tus sábanas,
y ¿tú qué?
tú nada.
Pero dicen que hasta el más cobarde
ha sido capaz de convertirse en héroe
por un amor.
Quién sabe si llegas a ser lo suficientemente
cobarde.
A veces imagino como sería recordar
que tengo mala memoria,
que no sé acordarme de ti.
Con lo bien que se me da
olvidar todo lo demás.
Ojalá ser capaz de convertirte
en despiste.
A veces voy de viaje
y no dejo de pensar en ti,
y en que la persona de al lado
no sabe el lugar que está ocupando.
A veces sobrevivir no apetece,
y tentar a la suerte
con vicios dulces
no cumple las expectativas.
A veces querer
y no querer estar contigo a la vez
es insoportable.
Tal vez sea una chica de plurales,
pero en mi cuerpo no caben tantas contradicciones.
Tengo que desmentir
todas las dudas que se creen verdades,
tengo que inventarte una solución
lo suficientemente valiente.
Tengo que empezar a averiguar
qué hago contigo
además de escribirte.
Y sobretodo,
tengo que inventar
qué haré sin ti.



viernes, 19 de abril de 2013

Consecuencia

Tus noches son mías.
Los relojes ya no te cuentan qué hora es,
solo te hablan de mí.
Y si escapar del tiempo es imposible,
imagínate escapar de lo que dice.
Tus noches son mías.
Abril empieza a tenerte envidia.
Te ve lloverme encima
y se pregunta donde coño está su agua,
y yo me pregunto
cuántas noches más nos esperan
cuántas noches más tengo que esperar
cuántas primaveras nos vestirán
o si algún otoño se atreverá a desnudarnos.
Madríd esta preciosa
hace sol
parece que todo es posible
y la tarde me recuerda
eso de
por pedir que no quede
así que:
cómeme a suspiros
pintame vidas en la habitación
susurrame caminos
roba para mí otro corazón
conviérteme en esdrújula
desvísteme de adjetivos
que solo sepa de verbos
que solo sepa conjugarlos contigo.
y escóndeme el mundo
que no quiero creer en lo que existe.
que no quiero creer que no existas.
Tus noches son mías.
quiero ver como dejas tú vida dentro de mí
quiero que cuentes los latidos que llaman a tu puerta
si es que puedes seguir el ritmo
y atrévete a hacer música con ellos
y aprende a seguir sus pasos.
Me dices que quieres bailar
que quieres quedarte
y entonces, voy yo,
y te pongo la vida a tiro.
Tus noches son mías
y yo...
yo ya tengo ganas de regalarte mis días.





viernes, 5 de abril de 2013

Imposible

Cuando te conocí
llevabas barba de tres días,
por eso de que hasta el desaliño ha de ser impar
y decías que era un desorden calculado.
Tenías un hoyuelo escondido en la mejilla izquierda,
y misterio en lo más hondo de las pupilas.
Yo soy más de sujetar miradas
antes que mundos,
prefiero ver como estos caen a nuestro alrededor,
mientras aceptas el desafío.
Ni se habla ni se parpadea.
Pero ese día, tal vez después de un par de tequilas,
me dio por decirte que tienes un negocio
entre las piernas
que tratar conmigo, ojos de mar.
Aunque tú ya lo sabías.
Y perdí la guerra en un momento,
y renegué de mis parpados que no aguantaron,
que se atrevieron a perderte de vista
una milésima de segundo.
Pero empezamos otra batalla,
te quitaste la ropa de desconocido
y te vestiste con el deseo de años
de habernos encontrado y perdido,
y vuelto a encontrar.
Me cogiste con ganas,
como se cogen las fantasías
perseguidas en más de un sueño de esos
en los que corres y corres y no alcanzas nada.
Como si fuese una estrella fugaz
que se te escapa robándote el deseo.
Y no dormimos,
los dos juntos.
O eso parecía hasta que desperté.
Y me puse a pedirle a noséquién
que ojalá existieses.
Ojalá fueses tan caótico como te pienso.
Ojalá te viese también cuando abro los ojos.
Pero, de momento,
no queda otra que soñar,
para tenerte.
Porque como buen imposible,
solo sucedes en sueños.    





martes, 26 de marzo de 2013

Al desnudo

Desde que sé que la quiso más a ella
intento asumir que mi mundo
fue su mundo durante mucho más tiempo.
Desde que sé que yo le quise más
intento calcular los niveles de nostalgia,
siempre según los terremotos de mi cuerpo,
y es difícil,
la magnitud de esos temblores no los mide ninguna escala Richter.
Ya te he contado la torpeza que ataca a mis piernas
cuando aparece de repente.
Ya sabes eso de que he naufragado a propósito
más de una vez en los mares que tiene por ojos,
y también que quemé mis naves cuando anclé en su piel
porque no tenía intención de volver de allí
a ninguna otra parte.
Sabes que encuentro en sus colmillos cuando sonríe,
una droga,
que consigue que me desespere y corte los finos hilos
que siguen atándome a la cordura,
en el infinito que pasa entre un mordisco y otro.
No lo perdí.
Fue un tren del que me echaron,
pero en vez de coger otro,
yo me quedé esperando en la estación,
por si volvía, aunque solo fuese de paso.
Ahora espero que llegue ese otro,
que me arregle las estaciones
y me salve de esperar trenes que recojan a otras
y se vayan sin mí.

No.
Miento.
Espero sin esperar nada nuevo en realidad,
porque he desaprendido a hacerlo.
No veo nada que no sea azul y
un poco chocolate.
No veo nada que no sea lluvia.
No veo nada que no sea...
todo lo que hubo y ya no hay.
Simplemente no te veo,
porque mi mundo se difumina a su alrededor.
Y me aferro a esa ceguera como si sus manos
fuesen mi braille,
y solo pudiese ver a través de ellas,
y siempre y solo a él.
No existe mayor masoquismo ni estupidez.
Cuanto más me desnudo aquí,
más lo echo de menos.




viernes, 22 de marzo de 2013

Laia

He escrito ya unas cuantas historias
hablando de una vagabunda
que me quita el sueño y come helado de madrugada,
conmigo.
La traigo a casa, la dejo trasnochar
y me trae rumbitas catalanas entre los rizos
con un lolailola, lolailola, lolailo.
Cantándome su acento y dividiendo siempre
su corazón
entre el mar y el león.
Consigue dedicar inviernos a respirar sal y arena
y para el verano reserva rugidos temerarios,
de esos de quedarse sin voz,
para todas y cada una de las verbenas.
Ella es la más caótica de las tormentas
que pueden pasar por tu casa.
Es de esas locas que te sonríen
y contagian.
Baila con más chulería que cualquiera.
Es guapa, vaya que si es guapa,
señores,
la más guapa.
No cumple promesas, es impuntual
despistada, desastre y algo cabezona,
pero leal,
es un desastre
en medio de todo ese torbellino salvaje
que pasa a la vez que ella.
Pero es mi vagabunda favorita,
y cumple años hoy.
Y necesito decirle que la quiero a sus veintiuno
igual que la quería cuando tenía una semana,
y la conocí por primera vez.
La misma ciudad nos vio nacer,
en el mismo mes,
y si no se me hubiese adelantado siete días
como una gata rápida,
podría decirle, hola pequeña, feliz cumple,
pero no,
debo decir, hola grande, feliz cumple leona,
disfruta ahora
que entramos en la década final
la que vale,
la de ser jóvenes eternamente,
la del tiempo de hacer cosas importantes.
Suerte en tu viaje,
suerte surcando los siete mares,
que a ti solo te hacen falta velas de papel
para encontrar en las olas mil velocidades,
suerte enamorando a los cinco continentes,
que no existe país que compita contigo en belleza
por más años que tengan sus edificios
o playas que intenten imitar paraísos,
que no hay edén más bonito que el rato de verte
venir deprisa y sonriendo,
pensándome en un abrazo
ganándome mientras me aprietas con fuerza de gigantes
contra ti,
y te ríes a carcajadas en mi oído,
dejándome sorda de felicidad.
Te echo de menos bella vagabunda.
Que guapa estás.