a un traspié de la próxima herida,
a dos plazos de saldar la deuda:
un alma por una memoria nueva.
Pacto a fuego lento.
Firmo contratos sobre mi piel,
adivina con quién.
A dos minutos de claudicar
por antojo,
empiezo a entender que para ser libre,
a veces hay que darse por vencido.
Y así fui para ti la tercera oportunidad
ahogada.
Y firmé, también, mi sentencia.
Con todo mi mundo ardiendo,
busco resurgir,
al lado de tus cenizas,
viendo como todavía te quemas un poco,
y pensando en buscar otra cerilla.
Una mujer enamorada es peligrosa,
pero una mujer herida sabe inventar infiernos.
Jamás encontré en ti lo que buscaba
y puse un velo delante de todas tus faltas;
jamás volé tan torpe alrededor de alguien,
ni había perdido nunca tanto el sentido de 'contigo'.
Descubrí que el resto del mundo
daba la mano mejor que tú.
Si se te sueltan los dedos,
no hay que fiarse.
Pero eso solo se aprende cayendo,
cuando duele menos el golpe,
y más que te hayan soltado.
Huye en dirección contraría,
y no pises jamás tus huellas,
que para los cobardes como tú,
trae mala suerte.
Y dile de mi parte al mar que la deuda está saldada,
que no volveré a encontrar parecidos,
ni a contarlos.
a dos plazos de saldar la deuda:
un alma por una memoria nueva.
Pacto a fuego lento.
Firmo contratos sobre mi piel,
adivina con quién.
A dos minutos de claudicar
por antojo,
empiezo a entender que para ser libre,
a veces hay que darse por vencido.
Y así fui para ti la tercera oportunidad
ahogada.
Y firmé, también, mi sentencia.
Con todo mi mundo ardiendo,
busco resurgir,
al lado de tus cenizas,
viendo como todavía te quemas un poco,
y pensando en buscar otra cerilla.
Una mujer enamorada es peligrosa,
pero una mujer herida sabe inventar infiernos.
Jamás encontré en ti lo que buscaba
y puse un velo delante de todas tus faltas;
jamás volé tan torpe alrededor de alguien,
ni había perdido nunca tanto el sentido de 'contigo'.
Descubrí que el resto del mundo
daba la mano mejor que tú.
Si se te sueltan los dedos,
no hay que fiarse.
Pero eso solo se aprende cayendo,
cuando duele menos el golpe,
y más que te hayan soltado.
Huye en dirección contraría,
y no pises jamás tus huellas,
que para los cobardes como tú,
trae mala suerte.
Y dile de mi parte al mar que la deuda está saldada,
que no volveré a encontrar parecidos,
ni a contarlos.