miércoles, 29 de mayo de 2013

Créete el verso pero no al poeta

Mi verso es un monstruo de uñas largas 
con el que hago el amor todos los domingos. 
Que te lo cuente mi espalda.
He visto los celos en tus ganas, 
cada vez que me la has visto arañada 
y has oído sus historias.
En plural, ya lo sabes.
Tu tristeza me busca, 
y yo todavía no he aprendido a decirle que no.
Me busca, porque es tan adicta al drama como yo. 
Aunque últimamente todo duele un poco menos, 
y tengo la fiera de dentro dormida, 
precisamente por eso, 
porque la espina ya no escuece tanto.
Desde que solo follamos, 
no siento las copas rotas 
que seguían bailándome en el estómago, 
ni los arañazos cada vez que me roza una esquina de cristal.
El médico me ha dicho que tengo un soplo en el corazón. 
Ha tenido que ser un exceso de suspiros. 
Que entre sístole y diástole 
debió cruzarse aire susurrando tu nombre.
Pobre corazón, menudo susto.
Me lo tienes descuidado y triste. 
Los poemas que chorrea 
cada vez que me abre las venas
para soltar sus explosiones de tristeza, 
empañan un silencio insultante y aplastante, 
porque te llevaste contigo todas las cosas que hacían ruido.
Nos robaste todas las canciones, 
y nos hemos quedado a  medias 
escribiendo la letra más triste del mundo.
Sin ti, somos una palabra fea sin acento ni entonación.
Una carta de amor que no puede escribir un te quiero.
Una mujer fatal enamorada hasta las trancas de cualquier idiota.
Somos los protagonistas de una comedia dramática, 
en la que el desengaño, más que la historia, son los actores.
Escogerte nunca fue una opción, 
quedarme contigo no era un planteamiento válido, 
todo lo falaz se escondía en tu boca, 
imagina lo que es besar eso, 
o versar sobre eso.
Ya casi no noto que estoy sola cuando estoy sin ti,
porque estar contigo es otro tipo de soledad, 
la soledad del que decide dar un paseo por el borde del precipicio 
y escoge el camino peligroso, 
el de querer, mientras que tú, escogías el cómodo, 
el de que te quieran.
Así que ahora que ya he caído todos los kilómetros 
que pueden recorrerse en perpendicular, 
ahora que toqué fondo
y me ahogo en un mar sin arena,
llenito de ausencia,
hago el amor con los versos que te escribo, 
y me dejan más marcas que tú, 
porque mi verso es un monstruo de uñas largas que me gusta tirarme todos los domingos, 
cuando estar sola duele más y cuando recordar
se pone de moda en mi habitación,
justo a las doce y media, más o menos a la hora en que sé que tú ya sueñas, y que no es conmigo.
Más o menos en el momento exacto en que empieza otro lunes de mierda. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Contar mentiras tralará, un, dos, tres, respira

La verdad tampoco me interesa,
la mentira, a veces
no solo es buena
también te la mereces.
Cómo cuando te decía:
algún día, prometo dejar
que me deshagas las trenzas.
Algún día, prometo dejar
que me devuelvas la tristeza,
y entre tormentas
te encontraré los veranos
perdidos porque septiembre llegaba demasiado pronto.
Aunque no era tanta mentira,
cuando sabía que iba a volver a dejarme querer
y entonces
volvería a dejarme de gustar.
No me caigo bien cuando estoy contigo.
Me aburre la vida
cuando no se deja besar.
Me ahuyenta, cuando me dice
que la compañía es incierta.
Por todas las veces que quise
que estuvieses de mentira
o de verdad,
por todas las veces que no me importó.
Por todas las veces que un miércoles
no debió parecerme domingo,
por todas las veces que conté a otro
aquello que solo debió pasar contigo,
por todas y cada una de las veces
que te has convertido
en un cachito de papel en el que sole pone:
no existo.
Y por todas las veces que
te he echado de menos y no debí
hacerlo,
tengo que decirte que hoy veo el mundo
color primavera,
que este verano pienso irme al mar
que voy a llenar mis ojos de sal
y que no tengo ninguna intención
de pronunciar sumergida en todo ese azul
ni una sola de las letras de tu nombre.
Tengo que decirte que voy a volver a empezar
que voy a encontrar mi punto cero
y el cuentakilómetros
irá mucho más rápido que antes.
No pienso perderme ni un solo
átomo contaminado de Madrid.
Al fin y al cabo, tengo, como todos, la mala costumbre de respirar.



Vamos a volver a jugar a eso que hacíamos antes
a ver quién aguanta más tiempo sin aire,
ganaré,
y cuando vuelva a empezar
todo olerá a nuevo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Por mucho miedo que dé

Eres el mejor secreto que se me ha escapado.
Te conté y desapareciste.
Después de ti solo sé decir mentiras,
y esconder que me tatué tu nombre
sobre las venas más pequeñas y más azules
que se me ven en las muñecas.
Solo soy libre, cuando me quedo con lo puesto,
porque no me cabes en los bolsillos.
Y no entiendo de dónde salen las cadenas,
por qué me las puse,
por qué te di la llave,
qué coño hago con mis días que pretendo regalarte horas,
como si me sobrasen.
No entiendo por qué sigo queriendo desvestirte
si nunca he sabido desnudarte.
Y nunca sé si de verdad quieres quedarte
si soy estación de paso,
o si quieres ver pasar trenes conmigo.
Pero sí sé que siempre que llegas
desaprendo todo lo aprendido,
incluso a caminar,
pierdo el equilibrio,
soy un funambulista con alzheimer que no recuerda
que es inmune al vértigo.
Y tengo miedo,
pero no me importa caer,
por mucho que asuste.
Siempre me han importado
lo mismo que nada las caídas,
las roturas de huesos,
esguinces,
o las rozaduras en las rodillas.
No me importa la cicatriz
que reabres,
no me importa que no
se vuelva a cerrar.
No me importa hacerme daño
ni que sea profundo
o aplastante.
No me importa,
si me llevaste a volar.
No me importa,
por mucho miedo que dé.
Te juro, te juro, que no me importa...
morir,
si es haciendo y deshaciendo el amor ,
contigo.


viernes, 3 de mayo de 2013

Mar, tormenta y desaire

Te presto mi cama
te dejo dormir la siesta
sueño por ti cualquier pesadilla
amenazo a las vecinas que se atreven
a pasear con tacones en el piso de arriba
preparo té
tostadas
y oleadas de fuego dentro de mí,
te pido que descanses tus tormentas, amor
convenciéndome,
de que no voy a volver a ahogarme.
Pedazo de océano.
Qué miedo das.
Pero no me importa
te veo dormir
y pienso que jamás había notado como anochece
a media tarde
cuando cierras los ojos.
Como la luna,
enamorada de ti
y celosa de mí,
busca hacerle sombra al sol,
y velar tu sueño.
Me mareo
entre tus holas,
y vomito cada adiós.
No quiero darme cuenta
pero ya estoy hundiéndome.
Haces de mí lo que quieres,
como un niño con una muñeca rota.
Solo te ha faltado
romperme la boca
de una patada, amor.
Solo te ha faltado
tirarme a la basura
la poesía del mundo, amor.
Solo faltó o hizo falta un minuto
para volver a pasear la tabla
a sentir tu espada en mi espalda
viendote más pirata que nunca
y temblar de miedo
porque voy a caer
y pude haber salido corriendo a tiempo,
y no entiendo
como no me arrepiento.
Me puse a tiro,
aun sabiendo que tú tienes mejor puntería
que yo.
Y no entiendo
como no me arrepiento.
Te has convertido en un goteo
incesante e incómodo
de recuerdos,
que se escapan por los agujeros
de mi corazón.
Creo que esta vez
voy a vaciarme del todo.
Aunque sin ti yo no sea más
que un desierto consumido por su propio fuego
después de perder su único punto de canalización.



miércoles, 1 de mayo de 2013

A un 28 de Abril que no quería soplar velas

He dejado a la espalda

parques llenos de mis huellas
recorridos siempre de tu mano.
Todavía tengo arena en los bolsillos
de todas las veces que te cocinaba pasteles
(o a saber)
escondida en casetas de madera.
Creyéndome invencible con tu mano a la espalda
volé más alto que cualquiera
en un columpio.
Qué de veces te dije
mientras se me alargaban las piernas
y los brazos
que quería seguir volando.
Qué de veces te rogué que aflojases
los puños
que dejases escapar mi sombra
que este Peter Pan quiere crecer,
y te reconoceré,
que a veces
(y solo a veces)
me arrepiento (un poco) ahora,
de haber insistido tanto.
Y pienso que tal vez era mejor cuando
estabas para que no cruzase en rojo.
Que tal vez era mejor cuando
solo tú podías ser el hombre de mi vida.
O cuando me enseñabas a multiplicar sueños,
vidas y estrellas,
o solamente caramelos,
cantando tablas de números por las calles de una ciudad con mar.
Que ahora me caigo
y recuerdo cuando me pelaba las rodillas y
venías con agua oxigenada a curar,
que escocía, y tú decías que no,
y yo inocente me lo creía
y cuando gritaba y me apartaba
soltabas eso de: o se cura o hay que cortar
por lo sano.
Y sí, eso también me lo creía.
Para que luego digas que nunca te he hecho caso.
Cómo no hacer caso a alguien
que siempre lo sabe todo.
Que tiene respuestas pero no las regala.
Lección de vida y experiencia,
buscando siempre
la excepción ante la regla. 
Tú, papá, padre o como quieras,
eres la persona más valiente que conozco.
De verdad que tener a alguien como tú
descubriendo caminos
y desmontando, a veces, obstáculos,
es la mejor manera de conocer el mundo.
El ochenta por ciento de mi es una copia de ti.
Tengo tu pelo
tus ojos
y tus maneras.
Sé que no te lo digo mucho,
porque parece cosa de blandos
y tú siempre has sido un poco coraza
(¿o no?),
y yo siempre he intentado imitarte
(¿verdad?);
pero te quiero.
No sé muy bien como contártelo,
pero
intento escribirte un buen abrazo
un, que tengas un muy feliz día padre, 
que es tu día, este y todos,
porque todos los días de mi vida son tuyos
y que aunque no esté dándote besos en la barba
te los mando desde aquí.
Que en estas letras caben muchos abrazos,
besos, y ‘te quieros’ silenciosos,
no hace falta hacer ruido
que igual son las cuatro y te pillo dormido.
Mejor que lo vean bien esos ojos verdes,
y que puedan verlo cada vez que despierten.
Aquí te dejo un cachito de nosotros,
sigue cumpliendo vida cerca,
que yo pueda verla bien
y cumplirla contigo.

Aunque no soplemos velas, 
porque  ni nos hace falta
ni queremos estropear el pastel,
vamos a hincharnos a desearlo todo. 
Cumpleaños feliz.