ni
si llegué a saberlo.
No
recuerdo la cara de tu madre,
ni
el olor de tu casa,
ni
si alguna vez hablaste de los tuyos
o
si eras capaz de quererlos.
No
recuerdo ya
si
los días que estuve contigo
tenían
una luz distinta a los demás;
como
me ha pasado otras veces,
cuando
he estado enamorada.
Me
veo, sin embargo,
sentada
y llorando,
con
los ojos anaranjados,
deseando
que me invada un sol
que
se pone
y
sólo desapareciendo,
me
deja con más ganas
de
las que jamás me provocó tu nombre.
¿Qué
tipo
de
amor
es
el que no se hace?
No
recuerdo quererte,
pero
recuerdo pensar que lo hacía.
Y
vaya,
me
ha destrozado esta tristeza.
Soy
incapaz de recordar
un
solo momento
que
hiciera merecer la pena
el
hecho de que
un
pedazo de mi vida
pudo
estar,
absurda
y vergonzosamente,
entre
tus manos.
Por
un segundo he sido aquel desierto
que
reconoce su sequedad en silencio
y
he notado sobre mi espalda
el
peso de la losa
en
que se ha convertido el tiempo
que
perdí contigo.
Siento
una pena atroz por mí,
por
mi ilusión,
pero
me consuela la sencillez
con
la que te he olvidado.
Ahora
sé
que
se puede inventar un amor,pero es imposible querer a una invención.