martes, 30 de diciembre de 2014

La puntería de los que disparan sin apuntar

Alguien hizo que volver a casa significase
abrazar la oscuridad con el mismo miedo del primer invierno,
y nunca se dio cuenta.
No importaba,
tenía un mundo en ruinas
agonizando en el fondo de sus pupilas.

De su boca a una mentira hubo siempre tan poco espacio
que alguna vez sus besos sonaron
con el eco de una excusa.
Hacían tanto ruido como aquella canción
que usábamos siempre para el final
y hablaba de olvido y de no arrepentirnos
de haber asumido el riesgo.

Alguien que se me parece decidió anoche
no volver a habitar casas en ruinas
donde las pesadillas tienen vía libre y el ambiente está tan enviciado
que ni el vicio desinhibe. 
Alguien que se me parece,
bebió demasiado anoche. 

Puede que mis ganas claudicaran
o que haya muerto tantas veces pensando que eso me haría más fuerte
que desistí al descubrir que solo estaba muriendo.

Ahora ha desaparecido
y no se ha llevado su oscuridad.
Ahora me invento mis propias guerras,
me gusta mirar al mundo y pensar que si  tuviese ojos
parpadearía él primero.
Pero cada vez que me siento invencible
hay alguien esperando
que dispara sin apuntar
y da justo en el blanco,
dónde vuelve a empezar todo lo que algún día acabó conmigo.

Qué puntería,
chico.