lunes, 25 de noviembre de 2013

La vida, mi vida

Una vez leí 'El retrato de Dorian Gray',
y Wilde me contó que 
"amar es superarse"
luego pude comprobarlo.

Vivo con gente que ama por encima
de sus posibilidades,
y quiero hacer igual.
Saben cómo se hace;
entienden de detalles,
defectos
pasiones
entes imperfectos
fuegos
odios
afectos
brechas
desperfectos
baches
imperdibles
pretéritos
imposibles
posibles
futuros
pluscuamperfectos


juntos


y conocen los efectos
de las minúsculas variaciones
que cambiaron sus vidas,
porque los están viviendo.

Algunos han aprendido a hacerlo
después de años
de negarse a tirar la toalla
-mi madre guarda las más viejas
en lo más alto del armario-
y otros parece que han nacido
para eso.
Para quererse como si el mundo
dependiera de ello
y alguien los declarase héroes
todas las mañanas,
por imposición.
Veo besos por todas partes,
veo deseos impacientes por escapar
de los mismos pechos
que abrazo cada vez que vuelvo a casa,
y sé que llegará su turno,
que van a cumplirse,
porque la gente a la que quiero
hace todo lo que quiere.
A veces, veo también lágrimas
navegando por mejillas que conocen
mis hombros
como una oreja a la almohada,
porque mi gente cuenta en inmensidades las olas
que los marean por dentro,
que a veces no saben si estallar de felicidad
o implosionar y que nadie se de cuenta,
porque parece que querer tanto,
que te quieran tanto y sonreír tanto
es demasiado bonito
como para no estar prohibido;
y tal vez deberían sentir vergüenza.

Pero yo lo veo
y quiero saber exactamente
cómo hacen los camaleones
para fundirse con su entorno.
Quiero entender exactamente
el mecanismo de esos corazones,
para fundirme con ellos.

Oigo cómo se revolucionan sus mundos
por dentro
cada vez que escuchan una canción
que los define
o leen un poema que cuenta
algo parecido a
cómo fue
la primera vez que se besaron.

Mi padre cocina de la misma manera
que quiere.
Despacio, con cariño e infinito cuidado.
Que es como él dice que saben bien las cosas.

Y sin embargo,
mi casa es también una tormenta
cada cinco minutos,
rápida, catastrófica, y devastadora
que nos hace vivir luego la calma,
sin recordar muy bien de dónde
venían los truenos.

Somos gente
de sangre caliente.

Todo lo que pasa en esos cinco minutos
cambia nuestro mundo,
y es uno distinto cada día.

He crecido viviendo esta película,
que tiene un único final cada noche
y no importa si son felices,
sabemos de antemano
que nos daremos cuenta de que
fueron mejor que todo eso.

¿Suerte o destino?
A veces pienso que la suerte es el capricho
de todo lo que no está escrito.
Y otras,
que todo tiene que ser así
porque no concibo en mi mente
que pueda ser distinto.
No sé, no quiero pensar que alguien
lo planea,
yo solo quiero escribirlo.

Porque hay mucho que contar
aquí
al rededor.

Porque ya no tengo que buscar en otras
historias para saber cómo se hace,
que solo hay que decirle a alguien:

"-De todo lo bueno que tiene la vida,
a mí lo que más me gusta, eres tú-."

y sentirlo.