lunes, 26 de diciembre de 2011

De despecho y desgaste

Si la miras a los ojos oyes el chirrido de los cristales que lleva en el corazón y gritan al rozarse. Camina reprimiendo los suspiros que le provocan las calles, y tiene prohibido pasear de noche, para no irse definitivamente al otro lado de la locura. Tanta farola, invierno, frío, diciembre y gente que se junta buscando calor, convertidos en mil proyectiles directos al corazón. Y el médico recetó reposo y nada de emociones fuertes.
Hay ojos que la buscan, pero ella se ha olvidado de como eran las miradas de interés, ha aumentado su miopía, y ya solo ve sombras indiferentes cuando pasea. Camina sin salirse del limbo de su mundo, pisando solo las líneas donde se unen los adoquines. Recordando cuando su espalda era el mejor papel para las letras de él y como deslizaba rotuladores por su piel, terminaba el trabajo con un beso y la dejaba dormir boca abajo toda la noche. Contra la almohada, mientras él repasaba con los dedos cada letra consiguiendo que leyese en sueños a través del roce de sus manos. Maldice su estúpida memoria selectiva e intenta huir de momentos de cama y conversaciones post-mordiscos en esas meriendas de besos que no dejan de perseguirla como las hormigas que disfrutan corriendo por su escritorio. Ya no evita las gotas de sal que caen de sus ojos, porque ya nadie le dice: "No vayas a llorar, no se te deshagan esos ojos verdes."
Nuestro pequeño desastre, un día, empezó a caminar en espiral, y consiguió hacer nevar.
Decidió vivir en Roma y seguir creyendo en los besos en la nariz que se dan tanto en invierno.
Solía pensar que la habían vencido cuando la rompían, pero nadie te derrota con mentiras. Nadie que dice que muere de amor por ti y al mes siguiente ya no, puede romperla más veces.
Ya nadie puede atarla a los postes de ningún puerto. Ya nadie va a quererla de la misma manera que ella quiere. Ya nadie conseguirá ser jamás tan sensible a la luz de las farolas, ni deshacerse con sus lágrimas para que no se note que llora. Ya no habrá nunca nadie que se parezca al bombón de nata y fresa de nuestra historia.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tiembla

Había sido mil y una noches de cuentos entre sus sábanas, desengaño en su entrecejo y un analgésico para olvidar otros labios. Fue fraude para sus manos que buscaban siempre acariciar más hondo cuando sabía que no le iba a permitir llegar nunca a su rincón secreto del fondo a la derecha. Fue variante enloquecida de sus visitas, puso del revés su mundo y todas sus historias por contar. Fue beso donde faltaban palabras que ambos echaban de más, y fue permiso de vuelo hasta sus pestañas en primera línea de mar. En aquel crucero que surcaba mares encarcelados en un par de iris.
Jugaba con sus detalles así como él jugaba con las llaves que abrían las catorce puertas de su órgano vital. También le prestó los frasquitos de cristal que necesitaba para encogerse y entrar. Acomodó un apartamento de cuatro paredes en una bohardilla escondida en la cuarta esquina del Madrid que fue escenario de todas las fantasías que se hospedaban en sus ventrículos. Lo lleno de cojines de colores y un colchón con sábanas verdes donde dormían siempre juntos. Algunas lámparas naranjas y una cocina con tazas de café y cacharros viejos. Fundió el verde de sus ojos con la luz de los flexos y los dejó en un simple marrón cálido que pudiese arroparle en Diciembre mientras ella estudiaba el segundo de movimiento de su pecho al respirar. Convirtió aquel Diciembre en un sueño romántico de viajes en el tiempo a sus épocas favoritas.
Sirvió para comer adverbios en varios idiomas, como el "am liebsten" alemán, para dejar claras sus preferencias por él, saboreando su pronunciación desde la raíz que tiene tanto que ver con el amor. Llegaba la hora del postre y ella tenía antojo de fondue de sus lunares, pero ya se habían vuelto inalcanzables. Estaban tan lejos de las yemas de sus dedos que casi no podía imaginarlos. Se escapó de la bohardilla de la esquina cuarta del Madrid fantástico de sus ventrículos, y los cojines, lámparas, tazas de café y el colchón de sábanas verdes donde ya solo dormiría ella. Que volvió a colgar el cartel de cerrado por obras en las catorce puertas carcomidas de su corazón, que ya no cerraban bien y decidió mandar por correo certificado todas las sensaciones que provocaron sus besos, sin remite y a algún rincón perdido bien al norte.
Siempre que escribía acababa con un adiós sin punto, inundando de final todavía más el significado de esas cinco letras, derrochando fuerza y tinta en la tilde, y firmaba: "tu utopía efímera que sigue temblando".

domingo, 4 de diciembre de 2011

Estúpida

Me dejo romper cien mil veces y sin tener a nadie que me recoja los cachos. Sé cual va a ser mi final y lo peor es que lo deseo casi con lujuria. Estoy en una habitación fea, sucia, oscura, una copa de cristal francés rota en mil pedazos al lado de mi brazo, la cama desecha, sábanas revueltas, y yo tirada en el suelo, recordando... él acaba de salir por la puerta, después de llegar al extasis me he quedado tirada observando como se vestía, se levantaba y se iba para siempre sin una despedida, sin decir nada, pero asegurándome con la mirada que no quedaban puntos suspensivos a la frase resumen de nuestra historia: "dimos un paseo por el borde del precipicio, tú conservaste tus alas, yo caí al vacío". Y yo acostada en el suelo, siendo incapaz de dibujar ninguna expresión en la cara, dejando que llueva dentro de mis ojos, empapándome las mejillas que se constipan, giro y veo los cristales, el vino derramado en la alfombra cochambre de un motel de carretera, recojo un cristal y pienso que pasaría si ya no fuese vino lo que se derramara, unas gotitas de algo más denso en la alfombra no se iban a notar... no hay dolor, no hay amor cuando no se siente, no hay odio... solo muerte. Dejo de ahogarme en el anhelo de un sueño que existió solo para mi. Me mareo y me duermo y sueño con aquella vez que pensé que algo crecía dentro de mi y tú ya te habías ido, y quise llamarte basura, inmaduro, egoísta y todas las verdades que eres y yo no veía. Y sueño con una vida que aún dudo.
Despierto con un cristal en la mano y tengo miedo. Me asusto y me voy corriendo y solo pienso en que alguien tendrá que limpiar todo aquello... y que tal vez esa persona pudo haber encontrado algo más, aquella noche de invierno, que cambiaría para siempre su Diciembre, un Diciembre, seguramente, mucho más romántico que el mío. En la calle un frío que paraliza me da la bienvenida y me dice que si quiero él me abraza, que no necesito el calor de los besos, que puedo bailar con su viento. Pero yo ya no me conformo con nada. Empieza a llover y yo empiezo a desnudarme. Da igual todo, estoy borracha de pena y drogada de engaño y desamor. Amanezco y todo es blanco, pienso que las pastillas rosas siguen haciendo efecto, parece que vuelo en una nube, pero se han ido los unicornios, ahora veo cables, una desilusión más, solo es un hospital. Hipotermia. Era de esperar. Me encontró desnuda bajo la lluvia un ángel de blanco que me lo cuenta todo con una boca que nada tiene que envidiar a la que le esculpió Miguel Angel a David... me mira con unos ojos que hipnotizan y quiere entenderme, pero yo ya no sé hablar. Me incorporo, le beso suavemente, pierdo el equilibrio y parece que me voy a desplomar de nuevo sobre la camilla, pero no permito que mi cara se separe demasiado de esa maravilla de rostro, me sujeto a sus orejas, lo acaricio y aumento la intensidad de un beso de los míos. Mi forma de dar las gracias. Y al fin, vuelvo a dejarme caer en brazos de Morfeo. Una ventanita se está abriendo y parece que ventila las paredes de un ventrículo que olía a humo, sudor, alcohol y sueños rotos.
Esto es lo que yo entiendo por "soñar en frío".

viernes, 25 de noviembre de 2011

Bésame, que 'sepo' a fresa

Tiene cinco lunares en la oreja derecha. Cinco, como las cinco veces que lo hicimos mirandonos a los ojos aquella mañana-mediodía-tarde-noche de lluvia, que bautizaba nuestro Noviembre. No, mi Noviembre. Hace tanto que desapareció ese "nuestro", "nosotros".
Cinco detalles, que aún se me escapaban, tan aprendido como creía que le tenía. Tan experta como me veía recorriendo la curva de las venas de su antebrazo con un dedo.
Me has cambiado los detalles, has añadido otros que no me gustan, ya no es como cuando parecía que eras tú, que siempre habías sido tú. Simplemente ya no es. Y por no ser es un sinsentido. Y tú a lo tuyo. Y yo mientras pidiendo que me besen. Que me saben los labios a fresa. Prometido. Bésame. Prueba. Mientras tanto yo iré esnifando olores que se parezcan al tuyo. Y no estoy hablando de perfumes... nunca fue un asunto de perfumes. Ni de besos, ni de movimientos, ni de palabras ni de voces, y en el asunto de tus ojos, prefiero no entrar. Cierro esa puerta porque corro el riesgo de perderme de nuevo y para siempre.
Madre mía, como has dolido siempre. Tú, a la cabeza de mi lista de cosas bonitas, que estaba antes de la de cosas necesarias, que iba antes de la de las imprescindibles, y antes de la de las obligatorias. Créeme. ¿No confías en mi? Haces bien. Ya no eres tú. Yo ya no soy yo. Y mi corazón ha perdido tu ritmo. Va descompasado, bombea otro código, y el tuyo no lo entiende.
Ya no nos entendemos. Ya no nos queremos. Ya no nos vemos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

"Aún sigo rebañando tu último beso"

Quiero hacer contigo lo que el otoño hace con los árboles. Deshazte de toda esa ropa.
No puedo más contigo, pero quiero hacerte lo que el invierno a las gotas de lluvia. Y que quedes congelado para siempre en un rinconcito ventricular, así, latente.
O no, creo que mejor te derrito. Voy a hacer de manta sobre ti, y nos fundimos en agua ¿te parece? O en saliva, como tú prefieras. Como siempre. Recuerdame una sola vez que no haya sido así. Tan tuya, tristelizmente tuya. Yo era nihilista hasta que te conocí y comencé a creer en que ciertos ojos podían ser capaces de invitarte a sucumbir a la droga de sus promesas, y hacer que pierdas el rumbo navegando en botellas de cristal de bohemia por los infinitos mares que prometen.
Si no se desintegra tu piel en millones de moléculas, y puedo disfrutar recorriendo con el dedo indice todas tus constelaciones de lunares, desde la pequeñita de la oreja a la del brazo, en ese cielo suave y marrón de tu piel... puedo morir poco a poco en cada suspiro y resucitar con cada bocanada de tu olor.
Son tan ciertos tus detalles, y aún así dudo que existas.
Eres la sístole de un corazón arritmico hasta que te encontró.
No dejes de respirarme en la nuca, no dejes de empañarme de vaho los sueños que no tengo cuando duermo siestas contigo. Y no dejes que este paréntesis dure demasiado. Firmaré nuestra historia dejando un buen sabor de boca a uvas y queso. Lo prometo.
Pero no terminaré esta carta con un "te quiero" porque ya llevo más de cien mentiras y esa no sería la única cierta.

martes, 25 de octubre de 2011

Así

Si me pierdo reviviendo tan solo sus pupilas ¿qué va a ser de mí cuando me lo  encuentre? Todo empieza a girar, a dar vueltas, a ser desconcertante. Cómo la falta de orientación que me lleva a esas calles estrechas de las que ya no sé salir.
Cómo cuando una simple fantasía me llevó a un callejón oscuro dispuesta a violarme los recuerdos. Y así los revivió.
Cómo pretender esconder el mar en una botella de cristal para mandarlo envuelto en un folio navegando por la nada que dejaste tras el barrido de tus pestañas. Escritas en el mar todas tus costas, a mi ya no me quedan limites de entendimiento, control, represión de mis ganas de recorrerte otra vez. Tengo ganas de arena. Ganas de mar. Ganas de azul. Ese fue siempre tú color ¿verdad?
No-me-dejas-escapar-no-me-dejas-escapar-no-me-dejas-escapar.
Y yo quiero huir.
Cómo cuando te rehuyo (enfatizando el "re" de una y otra vez) para no pensarte, vivirte o soñarte. Que no puedo permitirme el lujo de revivir tus lunares, repensar tus palabras, 'resoñar' tus gestos.
Cómo cuando quise aparentar que nunca habías existido, ejecutando hasta a tu nombre que se volvió impronunciable y contra mí.
Ódiame, empujame, pisame, matame... pero no me pidas que vuelva...

a caer.

domingo, 16 de octubre de 2011

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Por lo menos puedes estar seguro de que aunque no te quiera, no te olvido. Siempre que busco refugio en una piel, evoco la tuya, morena, con tus lunares, cicatrices y detalles. Tal vez mi memoria no guarde tus momentos o aquella vez que tú dijiste aquello y yo me reí por lo otro, pero tus detalles siguen refugiados en ese rincón que tanto te resistes a desocupar.
Quizás es porque nuestros latidos siguen entendiendose con el mismo código morse que usaban antaño cuando eramos tan inexpertos y nuestros corazones gritaban tanto, cuando latían a la vez.
O que quedo tan desempolvada cuando sin remedio me toca hacer limpieza a fondo, cada vez que me abren cual reliquia después de tanto tiempo, que solo tú me llenas los sueños de polvo(s). Siempre supimos ser a la perfección, dos cuerpos buscando estrangularse. Aunque sigamos con nuestro eterno "cuando tu vas yo vengo"... ¿recuerdas lo bien que encaja tu mandíbula en mi cuello?
No quería aceptarlo, pero he tenido tantas ocasiones de comprobar lo que me pasa por dentro cada vez que me rozas, que si sigo negandolo terminaré cayendo en la mentira más tonta, la mía. Te encantaría leer esto, disfrutas cuando reconozco que me equivoco.
Pero da igual, porque me muero de impaciencia y sé que tú, que estás siempre sin estar del todo, no vas a investigar si alguna vez te escribí en aquellas letras semisecretas. Puedo asegurarte que esta no es la primera. Aunque también debo admitir que han sido pocas. Fue demasiado el tiempo en que te odié.
Sé que no será bueno a largo plazo para los dos revivir un recuerdo, para mi es pasado pisado, para ti, un presente en el que se te olvidó conjugar el verbo amar y ninguna de sus connotaciones se acuerda de ti, y sin embargo no puedes evitar apetecerme.
Me apetece todo de ti.
Me apeteces como mi helado de limón y vainilla en invierno, o los gofres con chocolate caliente en verano. Me apeteces a destiempo, como siempre.
No sé si llegaste a entender nunca, que cada uno de mis mordiscos se dirigían a tu yugular embriagados de una demencia dominada por la idea de comprobar a qué sabes. El alcohol y el humo de tus besos mezclados con ese chocolate... eres un postre delicioso, aunque empalagues.

jueves, 13 de octubre de 2011

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Y yo que voy perdiendo mis acentos por el camino, que ando y termino por desandar, deambulando de aquí para allá por las calles de Madrid. Me quedo sin sal y pimienta que le den sabor a esta piel a la plancha seca y falta de besos, tan insípida...
Busco asilo a las 7 de la mañana en medio de un frío que estremece todo el cuerpo menos el corazón... el hielo al frío no reacciona. Y divago por las calles caminando por inercia.
No me había parado a pensar, pero cuando tuve que hacerlo, pensé. Y descubrí que no quiero querer querer, que deseo no desear y no hago más que mirar hacía atrás y cagarme de miedo cuando ando hacía adelante. Me da por echar de menos y pensar en el amor, aquél que creía que sentía sumergiéndome en mis mares, con sus profundidades y sus males, y ahora lo único que puedo asegurar del amor es que conozco su definición.
¿Y si fue culpa tuya que te fuiste desgarrando mis tejidos? Yo, que me había cosido a tu corazón y tú arrancando hilos cuidadosamente convinados, dejándome toda ensangrentada y por partes.
Si ya no soy capaz ni de respetar las promesas que me hago a mi misma, como la de no volver a escribirte, como la de no volver a pensarte... Que estúpida intentando convencerme de que ya no te soñaba. Tanto que me equivoqué y ahora tengo que volver a colgar el cartel de cerrado por obras. Una vez saltados dos precipicios y descubiertas dos caídas distintas a vacíos distintos creo que no puedo evitar mirar cincuenta veces bien antes de volver a lanzarme a caminar cerca de los bordes. Bordeando ilusiones que empiezo a pensar que no volveré a dejar que duren.
En un fin de semana he expuesto mi corazón a ser resquebrajado por cada recodo... ya solo me enamoro de poetas, poetas con su misterio, sus palabras, sus voces, su suavidad, que enamoran sin ser conscientes o sin querer serlo y sobretodo... que no son para mí. Poetas que jamás me escribirán. Me quedo con eso, voy a desear solo lo que no pueda tener, voy a volverme loca por lo misterioso, voy a colgarme tan solo del cuello de las letras que llevan otras direcciones. Voy a enrollarme con Morfeo y tendré suministro continúo de fantasías prisioneras en el sueño. Que por favor, ruego, no se hagan realidad.

lunes, 22 de agosto de 2011

Sentirte...

Cansada, aburrida, estúpida... de escribirle a unos ojos que no miraron. De perder el tiempo y no avanzar hablando sobre algo muerto, enterrado bajo tierra en cuyo epitafio todo el mundo leia: ella todavía no se ha dado cuenta. No son más que palabras absurdas que dan ganas de eliminar, pero que son mías y no suyas, aunque estén impregnadas hasta el último acento de su aliento, son mías y mías seguirán siendo. Querría que nunca hubieses existido, pero mis palabras existieron y no hay cosa que me de más pánico que las palabras borradas, que las historias no contadas, que momentos olvidados por no haber sido escritos. No seré yo quien empiece a construir el cementerio de recuerdos. Los sentimientos con complejo de energía que no murieron y se transformaron para no ser enterrados. Ahora no quiero volver a saber de ti, para refugiarme en esa ignorancia que siempre me gustó, para ver si consigo que se suiciden (pues no soy ninguna asesina) y caben su propia tumba. Sentimientos que deben morir por el peso de sus propias incoherencias, ellos me darán la razón de la misma manera que el capitalismo se la dio a Marx, la historia se repite aunque varíen los sujetos. Y cuando al fin sea mía la última palabra diré adiós con tan absoluto placer que ni éxtasis, ni orgasmo, ni clímax tendrían posibilidad de cualquier punto de comparación. Un "adiós" definitivo que no guarde  ningún espacio posible entre sus letras, que le niegue el hospicio a ese cansino "hasta luego" huérfano de  madre, pues esta era mujer cansada de recaídas. Y sin tener que acudir al lugar donde habite el olvido quedarás impensable y sin sentido en algún rincón de aquel ventrículo que una vez convertiste en casa ocupa.
Pero por qué seguir dedicándote ni uno más de mis sentidos, teniendo en cuenta que nunca entendiste mi "sin embargo" ni el encanto de esa voz de falsete que canta lo que escribe un corazón loco y borracho de poesía, con más de autor que de cantante. El chulo de musas.
Como pude consentirte la más mínima crítica.
Curaré las heridas del alma de la misma manera que se desinfectan las de la piel, ahogadas en alcohol, y me fumaré cada una de las penas que se escondan tras mis pupilas, no hay sabor igual al del humo de la soledad.
La cosa está en sustituir vicios.

lunes, 15 de agosto de 2011

Nada de antes, mucho de después

Montones. Un montón de sueños robados, un montón de heridas mal curadas.
Unas manos que acariciaban tan hondo que dolía, unos labios con complejo de imprenta que usaban como tinta saliva permanente. Y unos ojos que llenaron mis sueños de mares.
Palabras rotas, frases que perdieron su sentido y textos que llevaban tu nombre.
Ahora ya no sirven, ahora leo y no los entiendo.
Lo intentaba solo porque me recuerda a mi tú.
Porque he entrado en un mundo paralelo, un lugar donde no es verano, y llueve, y la lluvia es caliente, para mi todo es una torre de babel y hay un hombre que llena las calles con poemas... pero sobretodo hay una idea en cada esquina, una idea con nombre, apellidos y número de teléfono, una idea que casi me da la mano a miles de kilómetros de distancia. Una puerta que me ofrece gentilmente el paso. Nuestro sueño, y hecho de cosas irreales, pero nuestro. Un susurro que promete despertarme todas las mañanas con un "buenos días..." y tocándome el pelo.
He decidido regalarle mis días a cambio de que todos empiecen con un primer beso.
Que conviertan en único un amanecer tras otro. Sus ojos llenarán mis sueños de acordes, filtrándome melodías en vena que limpiarán el corazón y aliviaran el escozor de la sal de aquellos mares.
Una premonición que deja obsoletos mil dejavus de conversaciones y algo roto.

jueves, 7 de julio de 2011

BOH

Quiero. Quiero. Quiero. Yo también quiero. Quiero conocerlo. Quiero que me conozca. Quiero que sea aquel que se queda con todos los detalles, y quien te los descubre.
El que te despierta por las mañanas, y el que te da las buenas noches ahí al lado.
Al que te encuentras una y otra vez en sueños sin llegar a cansarte nunca.
El que pronuncia tu nombre y provoca escalofríos.
Con el que hablas sin que se agoten los temas.
Aquel que imaginaba siempre.
Aquel que te salva una y otra vez.
Quiero que sea quien me recoge en aquellos sueños en que caigo y caigo y no me puedo levantar.
El antídoto a esa angustia.
Mi acento, mi iris oscuro y mi punto de inflexión.
Pues él. Solamente. Simplemente. Sencillamente.
Quien te encuentra perfecta y suficiente.
Que sea aquellos puntos suspensivos que impiden el final.
Todo eso. Lo quiero. Y ya.

domingo, 26 de junio de 2011

Entre letra y suspiro...

Lo ha encontrado. Increíble pero cierto. Y es imposible... de momento.
Es misterioso, es interesante, es especial... no lo conoce, pero le hierven las ganas.
Lo mejor que le podía suceder es encontrar a alguien que le gustase por sus letras.
Es una historia de palabras sueltas dirigidas al otro sin dirección.
Yo opino que es raro, pero aún así ella no lo piensa... le parece algo bonito. Le está ayudando a pasar página, y ya le hacía falta. No estaba segura de nada hasta que soñó que su "u" volvía a llevar acento cuando escribía la palabra "tú".
No es el momento de arriesgar, pero ya llegará. Mientras tanto, volará a su ventana cada noche. ¿Y por qué no? En eso reside su facilidad para despegar. ¿Tal vez precipitado? Puede, pero ya no hay vuelta a atrás.
Entre guiño y guiño una declaración. Un "me gustas" que juega al escondite sin saber en que consiste. Una palabra más por favor, la frase siguiente, y que no haya punto final.

jueves, 26 de mayo de 2011

Ella

Sueña con cordones desatados, botellas mal cerradas por las que se escapa el agua, bolis defectuosos que inundan de tinta un cachito de papel sin estrenar, hojas de libros arrancadas, margenes de poemas con dibujos estúpidos, bibliotecas que arden, caos, desorden y corazones rotos. Sueña que se enamora locamente de un bohemio, y este solo tiene ojos para la de al lado. Sueña que fuma margaritas sobre un árbol y se derrumba una tarde de lluvia a oler el césped mojado, mientras se acuerda de su bohemio. Baila sola, canta sola y ríe sola, y se enamora, una y mil veces se enamora. Sueña que le da de lleno el aire acondicionado en el pecho y le congela el corazón, sueña que llega su bohemio y queriendo hacer una venus de Milo con su ventrículo izquierdo, se lo rompe al primer martillazo. Sueña que no puede estar con él, y sueña que lo comparte. Sueña que su corazón roto no tiene arreglo y sueña que tiene un empacho de lágrimas mientras observa todos esos frasquitos vacíos que ha ido dejando en el suelo. 
Su sueño va fluyendo solo. Y se encuentra una guitarra, una guitarra preciosa que no sabe tocar... está allí, ella, quieta con la guitarra, y aparece su bohemio, y se la quita y la toca, toca la guitarra y la música la toca a ella. Le dice que la quiere en cada nota y ella no se da cuenta. Se despide y se va con su pena. Y cómo no, entonces despierta, sudando frío, que descongela los cachitos rotos de su pequeño corazón.

domingo, 3 de abril de 2011

Enredandose en el dedo corazón

-Con ganas me quedo de decirle al viento que se joda mientras enredo uno de tus rizos alrededor del dedo corazón, que se joda porque por mucho que te revuelva el pelo, te roce y te sople jamás podrá tocarte como lo hago yo, jamás podrá disfrutar de tu olor, ese que él mismo esparce, jamás podrá deleitarse con el brillo de esos ojos, ni con el movimiento de tus pulmones cuando lo respiras, ni perder el tiempo simplemente mirando fijamente el movimiento de tu melena, de tus manos, de tus pestañas, de tus labios cuando hablas.
Deja que mueva tu pelo, que lo intente acariciar, que lo haga bailar alrededor de tu cara, y que se joda, que se joda el viento por no poderte tocar como lo hago yo...-
Allí queda ella, como el más bello de todos mis frios sueños, muda, quieta, pensando en quien sabe qué, increiblemente perfecta.


lunes, 21 de marzo de 2011

Que tal cielo

Amanece más temprano y ya estamos en primavera, hule a calor y tengo la suerte de escapar de la alergia, se me cruzan los días pasados contigo. Ayer hizo sol, hoy llueve, ha pasado una rápida tormenta, relámpagos y truenos de los que hacen retumbar las paredes del estómago. El cielo se ha vuelto oscuro a media tarde y en estos ratos me da por desempolvar viejas cajas y averiguar que esconden, que escondía yo allí y porqué. Y encuentras cosas, frases, palabras entrelazadas que duelen, que lloran tinta solas.  Versos sin rima escritos por unos dedos de doce añitos, intentando hablar de amor. Un amor puro y joven de los infantiles, de esos que son de verdad, y que se recuerdan en la vida, los recuerda quien los siente y quien los provoca. 
El azar quiso que yo supiera, y supe, y llegaron a mis manos aquellos versos copiados que decían: “Si tengo que morirme que me muera en primavera para poder echar raíces y vivir siempre a tu vera”. Canciones de entonces que hoy siguen poniendo en la radio y que me hacen retroceder en el tiempo cinco años. Imaginar que escucho tu voz al otro lado del teléfono explicándome que conseguía darte fuerzas cada vez que te llamaba, que sufrías y padecías y se te escapaba la esperanza por la garganta en cada llanto después de la quimio, que no querías hablar con nadie y que yo siempre era la excepción, que el día era o normal o horrible hasta que yo llamaba. ¿Cómo digiere eso una niña? Cómo puede. Largas conversaciones sin saber que decir, sin entender ni una palabra de la enfermedad, sin saber si se podrá curar, intuyendo que no te dicen toda la verdad. Leucemia. Desde hace cinco años soy incapaz de oír esa palabra sin que me recorra un escalofrió  el cuerpo desde la punta de la uña del dedo pulgar hasta el último pelo de la nuca.
Hoy te echo de menos, hoy te busco en el recuerdo que escondí en aquella ruta fantasma de mi mente e intento situar las palabras, las imágenes, las sonrisas, los momentos, incluso hasta el último momento de aquel otoño triste y frío en que todos empezamos de cero a crecer.
Intento recordar cuando fue el último momento en que te vi, en que estuve contigo, cuando fue la última llamada, por qué no sabía nada, por qué me sorprendió tanto, por qué me derrumbó el golpe contra el suelo…
También me pregunto  si ahora me veras escribiendo esto desde tu cielo, si algún día vienes a visitarme y compruebas que me acuerdo, que sigues conmigo siempre pase lo que pase. Sobre todo me pregunto qué tal estarás allí, en tu cielo.

jueves, 10 de marzo de 2011

Bonita

Como tantas otras noches no puede dormir, lo tienen hipnotizado unos ojos negros. Se quedó congelado en aquel instante en que sus cinco sentidos evocaban el olor de aquellos rizos, sus detalles, el leve siseo al bailar con el viento, imaginaban su sabor y recordaban su suavidad. Entre sábanas frías se pregunta si la luna velará su sueño. Se la imagina enredando inconscientemente sus dedos entre los largos rizos, o agarrándose al cojín para no dejarlo escapar, la boca entreabierta, y un suspiro en medio de esa respiración agitada de un carácter extrovertido y enérgico. Casi puede contar todas y cada una de las pecas que adornan sus mejillas. Esas mejillas que flanquean  las esquinas de aquella sonrisa tan perfecta. 
Medio dormido se pregunta si algún día volverá a sentir sus labios contra su cuello y el suave mordisco sobre la yugular. Si comerá helado de madrugada con otro o lo hará sola, recordando... Se pregunta si volverá a enseñarle a besar, como todas aquellas veces. Llegados a este punto, con el recuerdo de sus besos, se levanta y sale a la terraza, no puede pasar ese ecuador sin fumar, se apoderan de él los nervios, y un ligero temblor covarde. Luego volverá a la cama, y como todas las noches desde hace tanto, le oiré hablar en sueños, medio gritando su nombre. El de la dueña de aquellos ojos negros.

miércoles, 2 de febrero de 2011

De un loco para otra loca

Perdido. En lo más hondo del pozo. Triste. Solitario, en ese fondo oscuro y húmedo. La lengua ya solo distingue el sabor amargo, la boca pastosa, entre humos la noto seca, pero no bebo agua, solo ron, cual bucanero sin pata de palo ni parche en el ojo, pirata sin vela, ni barco, ni tesoro, ni cofre, ni corazón que esconder. Ya no sé ni leer un mapa que me indique como salir de este agujero. Echo de menos hasta lo que antes echaba de más.
Pero algo ha cambiado. Ha aparecido.
Ella me ha salvado, ella me ha sacado del abismo, me ha rescatado de la oscuridad de la cárcel de mi fúnebre cabeza. Cada uno de esos diminutos dientes, piezas de puzzle que forman esa preciosa sonrisa, me iluminaron la salida.
Ella es la gota que colma el vaso, que consigue que todo fluya...
Mi corazón se desborda.
Y siento cada latido anunciar el fin, como si el corazón diese su ultimo vuelco cada vez que parpadeo y al abrir los ojos me encuentro esto:
Y siento que en ese instante podría morir.