lunes, 29 de abril de 2013

Al chico guapo del autobús

De historias,
sean ciertas o falsas,
se aprende siempre algo,
lo malo es que solo recordamos
lo aprendido cuando lo vivimos.
Entendemos menos de prevenir,
que de curar.
Penélope me enseñó a tejer
pero no a esperar,
es más
me dijo: tu Ulises no vendrá.
Mi bisabuela le decía a mi madre
"si es de ley, vuelve"
pero ay, abuela
mil veces han vuelto
sin conocer ninguna ley
llenándose la boca con la palabra libertad,
en un absurdo intento de imitar al
pirata más famoso de Espronceda.
Sin ser ellos nada de eso,
ni entender ellos nada del mar.
Mi libertad es estar presa
en alguien con nombre de escalofrío.
Algo así, como lo que decía Cernuda,
y 'si no te conozco no he vivido'
lo que es tan cierto como que llevo
veintiún años sin saber cómo se hace
eso de vivir.
Por lo que yo sé de las casualidades,
se parecen a abrir los ojos
o la boca,
reconociendo que el mundo te demuestra
que te equivocas
cuando piensas que existe un patrón,
que hay reglas,
que ciertas cosas se pueden dar por hechas.
Y aunque no sé nada de ti,
como buena casualidad,
demuestras que me equivoco
si te dejas encontrar,
cuando empezaba a asumir que jamás pasaría.
Hoy he empezado a vivir
porque te he visto
sentado justo en frente.
Tienes una sonrisa llena de colmillos
y los ojos más salvavidas que me han mirado.
Eres un naufragio en medio de una tormenta
de verano
que nadie esperaba.
Un golpe en la mesa
que dan los sueños
para demostrar que no son imposibles.
Un invierno improvisado mientras Mayo
llama a la puerta.
Un cubo de helado
esperando en la nevera,
como si intuyeras que va hacer falta
que guardes algo de frío
cuando nos hinchemos a generar calor.
Eres un león hincándole el diente al miedo,
porque ahora que te veo,
recuerdo que también sé ser valiente.
Eres un desconocido
desnudo
enseñándome a aprenderte
sin haber abierto la boca.
No sé a qué suena tu voz
pero me imagino a qué sabe,
y eso es lo mejor
que se me ha ocurrido nunca.
Tú no lo sabes todavía
pero hoy has hecho posible que yo exista.
Y no lo sabes todavía
pero existo mucho mejor
imaginándome que todo esto ocurre,
que tú ocurres,
y que yo te aprendo
y te guardo como una de mis historias favoritas.

Gracias, amor, 
por cumplirte.

viernes, 26 de abril de 2013

Tú monopolizas todas las veces

El miedo a veces me viste de valiente,
y otras
me pide que corra.
Últimamente me inventa pesadillas
que tienen que ver contigo
y quiere ponerte al nivel de mis monstruos
pero cómo vas a asustarme
si veo mi vida en tus ojos.
A veces, me volvería invisible
y otras
te agarraría la cara con las manos
y me acercaría
de manera que no veas nada
que no sea yo.
Ahí te plantaría un beso de los míos.
Porque no es un beso
si no te lo planto,
no 'te lo doy',
te lo planto profundo en los labios.
A veces me volvería invencible
si no aparecieses tú con tus tormentas
y no me gustase tanto, tantísimo,
el desastre que dejas.
A veces buscaría refugio
por cada una que me pillas
con las ganas a la intemperie
expuesta,
pero entonces te escondes en mí
y soy yo la que tiene que ser casa
y cómo voy a dejarte ir así
y cómo voy a pasar de esa boquita de triste,
de drama.
A veces, jugaría a ser la que vuela
la puta que escondía libros en macetas,
la que no se acuerda de ti
por acordarse de otros.
Pero para qué andar con mentiras
si mentir es otra forma de contarte
todo,
absolutamente todo el rastro
que dejaste dentro de mí.
Que a tu lado, las verdades no se atreven
a doler demasiado.
A veces acabaría con todo
por el simple y cobarde hecho
de no tener que elegir.
Que tu lista de pequeñas huellas
está llena de valientes
que se atrevieron a quererte,
a dejar sus perfumes en tu almohada,
el roce de sus labios en los tuyos,
y hasta el fantasma de sus suspiros
entre tus sábanas,
y ¿tú qué?
tú nada.
Pero dicen que hasta el más cobarde
ha sido capaz de convertirse en héroe
por un amor.
Quién sabe si llegas a ser lo suficientemente
cobarde.
A veces imagino como sería recordar
que tengo mala memoria,
que no sé acordarme de ti.
Con lo bien que se me da
olvidar todo lo demás.
Ojalá ser capaz de convertirte
en despiste.
A veces voy de viaje
y no dejo de pensar en ti,
y en que la persona de al lado
no sabe el lugar que está ocupando.
A veces sobrevivir no apetece,
y tentar a la suerte
con vicios dulces
no cumple las expectativas.
A veces querer
y no querer estar contigo a la vez
es insoportable.
Tal vez sea una chica de plurales,
pero en mi cuerpo no caben tantas contradicciones.
Tengo que desmentir
todas las dudas que se creen verdades,
tengo que inventarte una solución
lo suficientemente valiente.
Tengo que empezar a averiguar
qué hago contigo
además de escribirte.
Y sobretodo,
tengo que inventar
qué haré sin ti.



viernes, 19 de abril de 2013

Consecuencia

Tus noches son mías.
Los relojes ya no te cuentan qué hora es,
solo te hablan de mí.
Y si escapar del tiempo es imposible,
imagínate escapar de lo que dice.
Tus noches son mías.
Abril empieza a tenerte envidia.
Te ve lloverme encima
y se pregunta donde coño está su agua,
y yo me pregunto
cuántas noches más nos esperan
cuántas noches más tengo que esperar
cuántas primaveras nos vestirán
o si algún otoño se atreverá a desnudarnos.
Madríd esta preciosa
hace sol
parece que todo es posible
y la tarde me recuerda
eso de
por pedir que no quede
así que:
cómeme a suspiros
pintame vidas en la habitación
susurrame caminos
roba para mí otro corazón
conviérteme en esdrújula
desvísteme de adjetivos
que solo sepa de verbos
que solo sepa conjugarlos contigo.
y escóndeme el mundo
que no quiero creer en lo que existe.
que no quiero creer que no existas.
Tus noches son mías.
quiero ver como dejas tú vida dentro de mí
quiero que cuentes los latidos que llaman a tu puerta
si es que puedes seguir el ritmo
y atrévete a hacer música con ellos
y aprende a seguir sus pasos.
Me dices que quieres bailar
que quieres quedarte
y entonces, voy yo,
y te pongo la vida a tiro.
Tus noches son mías
y yo...
yo ya tengo ganas de regalarte mis días.





viernes, 5 de abril de 2013

Imposible

Cuando te conocí
llevabas barba de tres días,
por eso de que hasta el desaliño ha de ser impar
y decías que era un desorden calculado.
Tenías un hoyuelo escondido en la mejilla izquierda,
y misterio en lo más hondo de las pupilas.
Yo soy más de sujetar miradas
antes que mundos,
prefiero ver como estos caen a nuestro alrededor,
mientras aceptas el desafío.
Ni se habla ni se parpadea.
Pero ese día, tal vez después de un par de tequilas,
me dio por decirte que tienes un negocio
entre las piernas
que tratar conmigo, ojos de mar.
Aunque tú ya lo sabías.
Y perdí la guerra en un momento,
y renegué de mis parpados que no aguantaron,
que se atrevieron a perderte de vista
una milésima de segundo.
Pero empezamos otra batalla,
te quitaste la ropa de desconocido
y te vestiste con el deseo de años
de habernos encontrado y perdido,
y vuelto a encontrar.
Me cogiste con ganas,
como se cogen las fantasías
perseguidas en más de un sueño de esos
en los que corres y corres y no alcanzas nada.
Como si fuese una estrella fugaz
que se te escapa robándote el deseo.
Y no dormimos,
los dos juntos.
O eso parecía hasta que desperté.
Y me puse a pedirle a noséquién
que ojalá existieses.
Ojalá fueses tan caótico como te pienso.
Ojalá te viese también cuando abro los ojos.
Pero, de momento,
no queda otra que soñar,
para tenerte.
Porque como buen imposible,
solo sucedes en sueños.