lunes, 29 de febrero de 2016

Cada día una distinta


 Belén               



La quise antes de que fuera posible,
y la quiero ahora,
que solo tiene nueve días. 
Ya presume de haber atrapado varios mundos
en su diminuto puño
y puede decir que en su nombre
brilla el recuerdo de otra vida.

Es sencilla,
como todas las cosas inocentes.
Respira curiosidad,
y tiene los ojos desbordados de futuro.
Ya existe en todo lo que está por inventar.

Es la estela de un deseo pronunciado en silencio,
la caricia que notan las flores cada primavera,
un beso
que sabe a eterno
sobre los labios indicados,
el olor de las cosas recién hechas inundando un hogar,
y el final de un invierno
que lloró nieve
cuando la vio llegar.

Culpable de que dos sean ya familia
y de que mi familia cuente un miembro más,
ella es un día de suerte en la vida,
o una vida de suerte gracias a un día.

Una semilla
que crece donde no se la esperaba
y cambia todas las cosas;
el paisaje de su historia,
la dirección de los caminos,
lo que puede y no puede ser la noche,
el curso de los ríos
y hasta los ciclos lunares.

Si quiere,
en su primer fin de semana, la luna se llena.

Cambia.
Es una distinta cada día.
Aquella que se durmió en mi pecho,
no es la misma que agarraba mi dedo
quedándose con mi corazón,
ni de la que me despedí después,
dejando en sus mejillas los pocos besos que le cabían.

Es una distinta cada día,
y el aire resopla ansioso por conocer todas sus versiones. 
Porque en su risa existe ya otro mundo, 
tan pequeño que cabría en la boca de una mariposa,
y tan grande que trastoca todos nuestros planes.
Porque atrapa
con el encanto de quien, sin pretenderlo,
embauca.
Porque su sueño estará vigilado
desde hoy y para siempre
por aquellos que tienen la tarea de inventarla superviviente.

En ella habita el tiempo que empieza a contar de cero,
con todas sus opciones,
y la maravillosa sensación de no saber qué es lo que espera.

jueves, 4 de febrero de 2016

Venenosos

Tiene en los ojos todas las noches
en que alguien robó una vida.
Sus manos están infectadas de olvido,
y cuando te acarician
se llevan las horas que otros emplearon en cuidarte.
Su boca es la mentira
que besa tus miedos
y te dice al oído 
todo lo que jamás quisiste oír
pero piensas que mereces. 
Es la mentira
que inventa que ella no quiso volver a por ti
y tú nunca la esperaste.
Es la mentira 
que inventa que en tus pulmones
no expiraron los gritos
que pronunciaban otro nombre con nostalgia.
Es la mentira
que te niega el calor de una madre,
el orgullo de un padre,
la lágrima de un hermano,
la mano de un amigo.

Es mentira.

Cada vez que sonríe
en sus dientes brilla
un segundo
la bestia agazapada que esconde
y el mundo se viene un poco abajo.
Cada vez que te toca
muere una flor en tu jardín.
Es peor que el invierno,
y arrasa con las vidas
que quisieron cobijarte.
Su nombre es Rabia
y ensucia las nubes
que debieran ser naranjas
cuando el sol se pone 
y tú no has vuelto a casa.
Su nombre es Ira,
no muere porque no está viva
y corroe todos tus suspiros
cuando la ilusión te busca.
Su nombre es Rencor,
y la amenaza
un arma que disfraza de inocencia
sabiéndose letal con ella.
Cada vez que cedes
cuando te dice que se va,
pierdes otro hogar. 
Su nombre es más feo
que una ausencia
y tú no te das cuenta.

Sin embargo,
el mundo gira en circunferencia,
y la vida,
que lo imita,
algún día borrará su suerte
con el mismo veneno con el que oscurece tus días.

El amor es un choque,
y no una carrera sin obstáculo
en una sola dirección
mientras alguien grita que llegas tarde.

Quién te quiere bien
no exige sacrificios,
quién te quiere bien
no esconde tu pasado,
quién te quiere bien
no te cambia,
quién te quiere bien te quiere.



Héroes

Por ejemplo.

John Heminges y Henry Condell
recopilando las obras de su amigo
William Shakespeare
siete años después de su muerte.

Eduard Leon grabando por primera vez
"Au Claire de la Lune" en voz de una mujer.

Bibliotecarios,
conservadores,
historiadores,
arquitectos
y archiveros
convertidos en soldados
para salvar
a la Maddona de Brujas de Miguel Angel
o el altar de Gante de los hermanos van Eyck;
la segunda vez que el mundo sucumbió a su propia vorágine de autodestrucción.

Una madre embadurnando en crema a su bebé.
La mía, cuando riega sus flores,
y a mi me parece ver a la vida cuidándose a sí misma. 

Un actor en la Inglaterra del siglo XVII
incapaz de interpretar la muerte de Desdemona;
por no saber cómo dejar morir tanta belleza.

La ladrona de libros salvando las palabras
de H.G. Wells
y a su hombre invisible
del fuego de la censura.

Un pueblo muy antiguo 
con nombre de río,
dejándose la voz
para salvar sus ruinas del olvido.

Es bonito pensar 
que en mil historias;
reales o ficticias,
en este mundo
y en todos los pasados,
ha habido siempre alguien
preocupado por preservar todo lo bello.