sábado, 26 de octubre de 2013

Todas las opciones se reducen a una

Han pasado muchos silencios
y mil ochocientos veinticinco días, 
tú, repitiendo una y otra vez que seguías aquí. 
Y yo, convencida de que siempre quise que desparecieras.  
Pero ya ves, lo he conseguido, y ahora me siento más sola que nunca.
Y es mejor,
estoy bien. 
   

"Las promesas son seres cobardes que posponen 
mentiras futuras."

Y el momento de elegir, es ese en el que todas
gritan
o se callan. 
Tú escoges prometer
y escoges mentir. 

Hemos sido idiotas y demasiadas cosas más. 
Hemos sido dos, en una habitación llena de gente,
cada uno pegado a la pared contraría. 
He sido quien empujaba a todo el mundo para alcanzarte 
mientras tú empezabas a salir por la puerta.
Has sido la huida más reabierta de cualquier pecho en la historia de los desengaños, 
y ahora que parece que dejas cicatriz, perpetua, huella inmortal, 
te tengo más miedo que nunca.

Hemos sido todo eso,
y nosotros mismos escogimos serlo.

Nos sobraron guerras pero no libramos ni una sola batalla. 
Si algo quedó claro es que no pretendíamos hacer historia. 
Fuimos como dos ejércitos de cobardes, 
que corriendo en dirección contraria al otro 
terminamos encontrándonos en un punto muerto de alguna carretera comarcal, 
y la colisión desplazó a uno de los dos, 
a mí,
a muchos metros de allí.
Nos equivocamos de estrategia, y aún así la tuya fue mejor. 
Has ganado amor, lo has hecho muy bien. 
Un tocado y hundido a la primera,
y no habría podido imaginar mejor golpe de gracia 
que volver a  hacerlo obligándome a repetir mis propios fallos.

Ganaste, y perdí, y ambos escogimos cómo hacerlo.

"Ya no se ríe como una adolescente"
es verdad, y sonrío menos, 
pero también lloro menos, 
ensayo gestos indiferentes frente al espejo y 
las muecas de dolor se dibujan en mi cara solo en sueños, 
cuando sueño contigo; 
y sueño  que te grito que te quiero mientras rompes no sé qué,
que hace el ruido de millones de cristales,
rozándose; 
que no me riegas las plantas y ellas te esperan mustias como yo, 
hasta que vuelves a ahogarlas;
que tiras las llaves de todas las habitaciones donde hicimos el amor, 
incluso de aquellas que jamás se abrieron con llave, 
para que las encuentre algún desconocido que entre a robar
todo lo que no nos queda.
Sueño también que me vuelvo loca de tanto escribirte, 
que me abandonas en una isla desierta 
y yo dedico todo mi tiempo a buscar la manera de meter 
cien cartas en una botella verde, 
donde no caben, 
para dar de beber miles de palabras a un mar que jamás te las hará llegar. 

Soñé todo eso,
y no escogí hacerlo. 

Ahora, soy menos que nada.
Y me he quedado seca,
como esa playa que espera sin agua, en calma y en silencio a que llegue el tsunami.
Y no escoge hacerlo. 

Son demasiados preludios de tormenta, y
muy pocos prólogos a historias de amor. 
Todo mi caos se ha convertido ya en una verdadera catástrofe.
Tal vez por eso, una vez, 
en un lugar muy lejos de aquí,
alguien decidió ponerle mi nombre a una tormenta tropical. 
Como si supiese todo lo que terminaría por pasar, 
como si supiese que después de ti,
la única opción que quedaba era arrasar con mi propio mundo.
Me he jurado no volver a besarte y no lo haré.  
Pero anoche soñé otra vez contigo,
y creo
que voy a quererte toda mi vida.
Porque entre todas las opciones,
mi vida,
sin consultarme,
te escoge siempre a ti. 


martes, 22 de octubre de 2013

Te quise en cantidades, me faltó calidad

Olías a pan tostado,
y las paredes de mi casa todavía se acuerdan,
besarte era como merendar dos veces.

Planeaba con el café de por la mañana,
tres colacaos para por la noche,
que bebiéndolos a tu lado
me hiciesen olvidar luego, cómo se dormía.

Me preguntaba todos los días cómo es
posible que la gente duerma
con alguien a quién quiere al lado
sin antes destruir todas sus fuerzas,
sin dejarlo K.O de tanto quererlo.

Que es la única forma en que deberían
terminar los días, ¿no?

A lo mejor no,
a lo peor por eso no has querido
volver a dormir conmigo.

Perdóname.
Por desbordar el vaso.
Por ahogar las plantas.
Por dar demasiadas vueltas a la llave.
Por doblar demasiadas veces las sábanas.
Por inundar el baño.
Por cocinar para cuatro.
Por volverme loca de lejos,
por la cantidad de ganas de verte.

Creí que esta vez sabría hacerlo bien.
Si ha sido un desastre,
si soy una catástrofe,
es de tanto quererte.









jueves, 10 de octubre de 2013

1 de Otoño

Pasa en un segundo
cualquier noche de estas,
que me siento a una mesa redonda
rodeada
por un montón de corazones valientes,
y yo sigo teniendo miedo.

Aunque busque más cerca
que lejos
y me guste que me vibren las yemas
de los dedos cuando mi pierna
roza otra por accidente,
conociéndose,
recordándome que tengo a alguien al lado...

no quiero verlo,
estoy en una de esas habitaciones
llenas de puertas
y la única por la que no quiero salir
es la que mejor me viene:
-"AQUÍ TERMINAN TODOS LOS
BUCLES
QUE INVENTAN
LAS HISTORIAS DE AMOR DESGASTADAS"
-dice.
Y qué poco me gusta.

Yo lo que hago es esperar,
convencida de que habrá alguna ventana,
pero sin interés por encontrarla.
Si salgo
que sea de la forma más complicada.

No sé por qué, pero me da miedo parar el
replay.

No acabamos nunca, no puedo, no acabamos nada.

No quiero pensar para no verme
obligada
a admitir que veo esa chispa
en medio del huracán,
porque no he decidido aún
si hacerle un refugio de cristal
o dejar al aire apagarla
como dejo que apague
las velas que enciendo sin llegar
a pedir deseo,
o los fuegos que provocas tú.

Sigo teniendo miedo.

He dejado ayer atrás y pasado mañana no me importa,
pero hoy tampoco me gusta
si tú no estás,
y sé que mañana no querré estar contigo.
Todas nuestras contradicciones,
también me dan miedo.

Compartiría mi caos con tu letra favorita,
pero no me atrevo.
Llenaría tu habitación de acentos y complementos
directos que hablen de ti, pero no me atrevo.
Volvería a volar por soñar que me regalas alas
y que estas no se rompen,
pero tampoco me atrevo.

Es cierto que no hago por miedo,
todo lo que me gustaría:
Me gustaría ser un pequeño suspiro,
que te sople al abrir las cajas
donde guardas todo lo que no usas
y rescatas solo cuando yo vuelvo
a tu casa.

Me gustaría vivirte, y dejar de arrastrar
todo lo que viene conmigo:
los restos de todo lo que empiezo
y no sé terminar.

Me gustaría regalarte el primer beso,
para que me robes todos los demás.
Pero me da miedo que no vuelvan a ser míos.

Y tengo motivos,
uno especial para cada uno de esos
miedos.
Has sido el niño que explotó,
con su dedo acusador,
mi pompa de jabón.
Y ahora ya no quiero salir al recreo.

Hoy ha sido 1 de Otoño.
Primer día de lluvia.
Primer (día de) amor.
Y me habría gustado pisar montañas de hojas
mojadas
y charcos de barro
pero era pronto para todo eso
igual que era pronto para dejar de pensar en ti.
Igual que es pronto para decir
que estoy mucho mejor sin ti,
o que desde que te has ido
este otoño ha recuperado un poco
del calor del próximo verano.
Pero es 1 de Otoño, y que sea
pronto es un regalo,
es uno,
es principio,
y tengo todo por hacer.