miércoles, 28 de octubre de 2015

Coco

Hay momentos
que no es suficiente vivir solo una vez,
que habría que pausar y rebobinar.
Tú protagonizas la mayoría de mis historias favoritas.

Hago memoria
y te veo sonriendo una noche de reyes,
pintándote la cara de ilusiones
y creyendo en algo más que magia. 

Vamos andando al lado
y tú te ríes tanto 
que te imagino escondiendo charcos 
en las botas
sin miedo al frío de un invierno
que no te parará los pies.

Otro verano,
nos colocan por parejas
en un escenario,
tú cantas, bailas y vuelas
entonces saltamos
sin miedo a marear toda la vida que nos queda.

Corremos por todo el pueblo,
nos persiguen,
me atrapan,
y tú llegas y te salvas por ti
y por todos tus compañeros.
Volvemos a correr.

Nunca perdimos,
nunca nos perdemos.  

Si intento definirte,
solo puedo poner como ejemplo
la felicidad insultante de una noche de verano
llena de pasos al ritmo de lo que sea
y alcohol lloviendo a todo el que esté cerca
del baile de tu mano.

Si intento escoger un momento
me vuelvo loca,
son demasiados años
celebrando tus otoños sin tregua,
luchando por que nos dejes ir a dormir
cuando amanece;
porque ningún amanecer puede contigo.

Este verano has sido el reconstituyente
de varios corazones machacados,
has sido la paz impuesta
en tormentas de reproches,
la mediación de los problemas,
y esa nota discordante que acelera
cualquier banda sonora
y lo convierte todo en un gran clímax. 

Por tu culpa,
el mundo vale un poquito más la pena.
Por tu culpa,
es una suerte haber crecido en Cea.
Por tu culpa,
los peores momentos son grandes anécdotas.
Por tu culpa,
crecer es una gran aventura. 

Los amigos son la familia que escogemos;
nosotros
jamás nos escogimos,
y tal vez por eso,
seamos todavía más familia.
Llevamos tanto tiempo juntos
que la sangre es ya la misma
y nuestras vidas,
laten al mismo compás. 

Yo quiero seguir a tu ritmo
todos los octubres que nos queden.




  

miércoles, 14 de octubre de 2015

Oltremare

A veces, 
lo irresistible de una advertencia
es eludirla. 
Qué fácil resulta
no hacer caso a lo que no nos gusta.
Me perdí
prohibiéndome pensar en lo que podría ser
mientras lo hacía.
Noté el miedo
colapsando mi garganta con el anhelo
de una huida  a tiempo.
No salí corriendo,
mi cuerpo ha olvidado cómo romperse;
eso es a la vez mi mejor defensa
y su mayor herida. 

No llego al último estante.
No alcanzo lo que buscas.
Lo intenté sin querer.
Juro que no quería.

De repente,
empezaron a rodearme cuatro paredes;
y cuantas más lunas veía en tu boca
más se acercaban y estrechaban
llevándose mi aire y el eco de tu risa.

No soy capaz de ejercer un mínimo control
sobre mí misma,
a veces pienso que me enamoro
cada vez que alguien suspira.

No es culpa tuya. 
Tú solo me salvavas.
Era yo la que me ahogaba
escondiendo lo mucho que necesitaba el salvavidas. 

A veces, 
lo irresistible de una advertencia
es que se cumpla,
y besar sus irreverentes "te lo dije"
con las mismas ganas que a ti.

lunes, 5 de octubre de 2015

Cold feet

Dos segundos de tu voz
una mañana perdida;
la resaca de una noche sin alcohol
eclipsada por un colocón de vaho
que empaña ventanillas.
El dolor que ya no existe,
la adicción a ese analgésico
y los besos sabor a luna llena
que tanto calor han prometido
para el próximo invierno.
En vez de dibujar corazones e iniciales
escribimos que es todo mentira
y así tu risa,
y así mi paz
evaporando el miedo.
Pero por favor,
que esto no sea nada.
Y así el deseo;
que todo sean gotitas de sudor que lluevan de nosotros,
que empapemos nuestros mundos
con esa sensación de que todavía queda lo mejor.
Que todo sea igual de distinto
que la primera vez,
que es todas las veces contigo.
La niña que se hizo mujer
quiere volver a ser niña
sabiendo todo lo que sabe la mujer.
Mi inocencia es la mentira
que mejor he contado toda la vida
y sin embargo es tan cierta
como que no miento a todo aquél que se preocupa,
y a mí misma,
cuando me preguntan por ti.
Sin querer que exista nada,
lo he inventado.
Soñé contigo y fue una mala noche
así que decidí disminuirte al tamaño
de un capricho de verano,
pensando que eso era algo pequeño.
Vienen madrugadas dispuestas a
salvarme de nuevo sin querer
de lo que quiero,
y por eso he deshecho mi melena,
perdido la fuerza
y pretendido volar el tiempo atrás.
Me han pedido que esté atenta
y he vuelto a encontrar mis evasivas.
Por eso no voy a decirlo.
Ya pueden preguntar,
que den por hecho,
que supongan,
que apuesten,
que se cansen de imaginar.
Y tú,
no sé,
escondete en algún rincón
donde solo te encuentre si paso distraída
y escucha. 
No voy a decirte que me tienes a un paso
de la palma de tu mano.